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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Canibalismo

Artículo publicado hoy, en el Diario Ideal, edición de Jaén, página 29

En una sociedad selvática donde los vehículos particulares son destrozados por manos vandálicas, en una época donde la tecnología informática descubre las intimidades no deseadas de una mujer, en unos momentos donde la televisión sirve a ellos y ellas como vienen al mundo en un isla ignota, faltaba lo que ya tenemos: el canibalismo confitado en una hamburguesa con sabor a carne humana. Estamos locos o llegando al puerto de los mismos donde el timonel es un tuerto y el resto unos ciegos reales.

Porque cuantos invidentes se necesitan para no ver lo que está pasando. Cuando caía a pedazos el imperio romano aquella sociedad perdió sus elementales reglas de educación, que había sido la envidia del resto de pueblos vecinos. Cuando una persona obtenía la cédula de “cives romanus”,ciudadano romano, se consideraba el amo del mundo, como así era, diferenciándose de los colonizados, de los esclavos y de los cristianos, quienes tenían que celebrar la Misa dentro de las catacumbas o cementerios, siempre con el miedo a ser apresados como enemigos del orden establecido con la acusación de ser encausados como “caníbales”, porque decían que comían el Cuerpo y la Sangre de un galileo llamado Jesús de Nazaret.

Los cristianos no comían carne humana física, cuando el imperio empezó a derribarse entró en aquella sociedad avanzada el aborto de ocho meses, el divorcio por un mero trámite, el consumo excesivo de sustancias alcohólicas y tóxicas, la infidelidad matrimonial como un juego circense, el intercambio de parejas como mudar la ropa interior, el abuso de los esclavos como piezas de ganado….pero no llegaron al canibalismo, esa era una regla férreamente perseguida.

Ahora, entre nosotros,que se produce todo lo anterior, nos invitan a meterse entre pecho y espalda unas hamburguesas con buenísimo sabor a carne humana. Esta es la prueba que estamos en el final de nuestro imperio, en la recta inclinada hacia un abismo infernal a una velocidad de vértigo y con los frenos echando humo y rotos de uso.

La legislación deportiva ha castigado a un jugador por inferir un bocado a su contrincante que le arrebataba la pelota, pero la ética culinaria no manda al inventor del canibalismo traducido a hamburguesas a dormir la mona y a quitar su receta de los menús de las cocinas comerciales y las privadas.

Solamente con recuperar la cordura cívica sería suficiente para detener el hundimiento moral de la presente sociedad. Los primeros en recuperar la sensatez ciudadana deben ser los gestores de la misma, algo que han perdido por completo en alguna región española donde hoy representan un teatro tan enmascarado, como absurdo, tan peligroso como caníbal, donde el odio ha vencido al sentido común de ese pueblo.

Tomás de la Torre Lendínez

 

 

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