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Tratado de pandemias

‘Una Salud’ para gobernarlos a todos

El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus (Foto: OMS)
...un Tratado para encontrarlos, Una Epidemia
para atraerlos a todos y en la oscuridad atarlos.

La Organización Mundial de la Salud es una vieja estrella de cine cuyos años dorados han pasado. Se sabe en decadencia y se aferra con uñas como garras a lo que sea para salvar su cuota de estrellato, a como dé lugar. Luego de los fulgores del poder mundial absoluto, son pocos los que logran salir cuerdos de esta experiencia, no es el caso de su director Tedros Adhanom Ghebreyesus y su séquito de uruks. En efecto, la OMS está impulsando a toda velocidad documentos que le garanticen el control mundial de LA SALUD. Sí, así como suena: de LA SALUD de todas las personas que existimos. Parece una mala imitación de las epopeyas de El Señor de los Anillos, pero es verdad. 

Y así como el poder universal depende de la supervivencia del Anillo Único, para cuya creación Sauron necesitó de todo su poder. La supervivencia del poder de la OMS depende de un plan macabro que se llama «One Health (Una Salud)». Entre los poderes del Anillo Único encontramos la extensión de la vida del portador, el control total sobre todos los personajes y sobre el conocimiento. En «Una Salud» encontramos la supervivencia del poder y de los negocios de la OMS, el control sobre los ciudadanos de todo el planeta y sobre la producción y distribución del conocimiento científico global. ¡A buscarla al ángulo, don Tolkien!

Cuestión que, además de estar preparando unas 300 enmiendas al Reglamento Sanitario Internacional del año 2005 (RSI) se encuentra en instancias deliberativas un borrador del: acuerdo internacional de la OMS sobre prevención, preparación y respuesta frente a pandemias «CA+ de la OMS». El ya muy abarcativo RSI está redactado como recomendaciones no vinculantes, pero esto no es suficiente para la ambiciosa OMS. La Asamblea Mundial de la Salud (WHA), el órgano rector de la OMS presentará las enmiendas al RSI y el instrumento CA+ ante la 77° Asamblea Mundial de la Salud en mayo de 2024. 

El proceso de enmiendas del RSI está bajo el control del Grupo de Trabajo sobre Enmiendas al Reglamento Sanitario Internacional (WGIHR), mientras que el acuerdo CA+ está bajo el Órgano de Negociación Gubernamental Internacional (INB). Para sorpresa de nadie, en julio de 2022, durante la segunda reunión del INB, se acordó que el nuevo Tratado debería ser legalmente vinculante. Así que del slogan «One Health» brota el objetivo explícito de controlar la salud, educación, agricultura, urbanismo, bioseguridad, policía, viajes nacionales e internacionales, el proyecto tiene un potencial ilimitado.

El borrador presentado en estos días en la 76º Asamblea Anual de la Organización Mundial de la Salud amplía las definiciones de pandemias y emergencias sanitarias, para incluir «daños potenciales», vale decir aquellos que estén en la imaginación de los burócratas, y amplía también la definición de productos de salud a cualquier producto ¡o proceso! que pueda «afectar o mejorar la calidad de vida». Sencillamente no hay sector industrial, empresarial o gubernamental que no esté incluido en el Tratado de Pandemia. Los Estados signatarios también tendrán que participar en «ejercicios de simulación cada dos años» para prepararse y garantizar que todas las autoridades sanitarias permanezcan completamente informadas y alineadas sobre la línea aceptable a seguir. De esta manera la OMS se asegura que ningún país saque los pies del plato como le pasó con Suecia en 2020. 

El acuerdo también extiende el poder del director general para declarar emergencias de forma independiente, al tiempo que impone una vigilancia en todos los Estados a través de un mecanismo de revisión de países controlado por… sí, por OMS. Esta rutilante oportunidad de chiringuito será miel para la clase administrativa internacional, ya que se creará un órgano rector dispuesto en el artículo 20, un órgano consultivo intergubernamental según el artículo 21 y una secretaría según el artículo 24. Casi se puede sentir bullir a las glándulas salivares de los buscapanes del mundo.

Se está construyendo una realeza sanitaria internacional con financiamiento millonario a cargo de los contribuyentes ya de por sí esclavizados, que vigilará, buscará nuevas enfermedades y determinará su «peligrosidad» y luego implementará la respuesta. Escapar será imposible, ya sabemos cómo funcionan las coacciones y sobre todo los «incentivos» además de las presiones financieras, restricciones y sanciones de entidades como el Banco Mundial, para los países que no cooperan con sus disposiciones. El acuerdo también le da a la OMS plenos poderes sobre los datos de los países miembros y el manejo de ciertos recursos como los requisitos para las contribuciones financieras y la reglamentación de la propiedad intelectual.

Uno de los aspectos más interesantes es que queda bajo el poder de OMS la potestad de la censura para evitar que se difundan libremente enfoques o estudios contrarios a sus directrices, como el poder censor que se aplicó indiscriminadamente durante la imposición de las medidas anticovid, sólo que ahora tendrá fuerza de ley. Los nuevos instrumentos también procurarán cambiar las disposiciones vigentes del RSI de no vinculantes a vinculantes en lo que respecta a los cierres de fronteras, las restricciones de viaje, cuarentenas, exámenes médicos y medicación, incluyendo requisitos de inoculaciones u otros productos farmacéuticos. Todo lo que ya vivimos será un paseo por el parque al lado de lo que nos propone «One Health». 

El Zero Draft (borrador cero) establece: «[El acuerdo] también incluiría el reconocimiento de un enfoque de One Health que conecta la salud de los humanos, los animales y nuestro planeta». «Las áreas críticas incluyen la producción de alimentos, la urbanización y el desarrollo de infraestructura, los viajes y el comercio internacionales, las actividades que conducen a la pérdida de biodiversidad y el cambio climático, y aquellas que ejercen una mayor presión sobre la base de recursos naturales, todo lo cual puede conducir a la aparición de enfermedades zoonóticas». El informe anual OHHLEP 2021 define One Health como: «Un enfoque integrado y unificador que tiene como objetivo equilibrar y optimizar de manera sostenible la salud de las personas, los animales y los ecosistemas, al tiempo que aborda la necesidad colectiva de agua, energía y aire limpios, alimentos seguros y nutritivos, tomando medidas sobre el cambio climático y la contribución al desarrollo sostenible».

Respecto de las cuestiones crematísticas a las que las agencias de ONU son tan afectas, el acuerdo establece una red de suministro internacional supervisada por la OMS y la exigencia del 5% de los presupuestos nacionales de salud dedicados a emergencias sanitarias. La Organización Mundial de la Salud está financiada por contribuciones de los países y por aportes corporativos pero estos han cambiado en los últimos años y la mayor parte ahora está «especificada», vale decir que las empresas otorgan fondos para proyectos específicos y en zonas geográficas designadas. Es decir pueden dirigir el accionar del organismo. El Banco Mundial, por ejemplo, ha desarrollado un Fondo de Intermediación Financiera (FIF) dirigido a la preparación para una pandemia con la OMS como socio técnico, con prioridad en el desarrollo de una red de vigilancia, identificación y respuesta. La OMS se ha convertido en medio a través del cual el capitalismo de amigos puede implementar sus programas. 

Uno de los objetivos del CA+ es el «reconocimiento del fracaso catastrófico de la comunidad internacional para mostrar solidaridad y equidad en respuesta a la pandemia de la enfermedad por coronavirus (COVID-19)», cosa que resulta bastante hilarante porque la conclusión respecto del fracaso no es sólo imponer es más de lo mismo, sino que el tratado dobla la apuesta. Pero aún así no hay que dejarse engañar por el mea culpa buenista, una vez que el tratado entre en vigor, todo lo que se necesitará será una excusa autopercibida por el buen Tedros para revivir los últimos catastróficos tres años. La OMS va a expandir su poder burocrático a sectores fuera de la salud y más allá de la jurisdicción de las autoridades locales, por ejemplo en su función para incluir la regulación del debate científico. 

El acuerdo implica mecanismos que permitirán suprimir puntos de vista que contrarresten los de sus propios «expertos» convirtiéndose en un censor supranacional que determine qué se puede publicar y qué no. El progreso científico evoluciona a partir de la duda y la refutación, no de la censura y por supuesto que debe resistir el desafío, el Tratado está diseñado para suprimir esta libertad y en consecuencia toda evolución científica. De esta forma no sólo se propone administrar el consenso científico sino controlar la «desinformación» volviendo imposible la existencia del pensamiento científico diferente u opuesto, baluarte fundamental del progreso.

Otra de las cuestiones cruciales para entender la aberración que significa el Tratado tiene que ver con que la OMS está integrada por 194 países muchos de los cuales no son democráticos. Los Estados miembros dirigidos por dictadores tienen la misma voz en la Asamblea Mundial de la Salud (WHA), el órgano rector de la OMS. Si se cede semejante poder a la OMS, los Estados democráticos van a estar compartiendo decisiones vinculantes sobre un sinnúmero de cuestiones y datos vitales con Estados tiránicos interesados en restringir el movimiento de sus ciudadanos o tropelías mayores, sin contar el daño a los derechos individuales de aquellos países que sí respetan los DDHH. Al mismo tiempo, los estados democráticos están sujetos a tribunales independientes por cuestiones de corrupción o incompetencia, pero la OMS no tiene esos límites. La planificación centralizada de las políticas públicas siempre es un fracaso pero si le sumamos el escaso control y supervisión, la falta de instancias de rendición de cuentas y la falta de elecciones democráticas de las autoridades el cóctel es calamitoso.

Las pandemias reales no son comunes y no se están volviendo más comunes, como señaló la OMS en 2019, se trata de eventos raros. Han ocurrido aproximadamente una vez por generación durante los últimos 120 años y la mortalidad se ha reducido drásticamente. El evento COVID-19 se destaca de las pandemias anteriores no por su gravedad sino debido a las respuestas agresivas y desproporcionadas recomendadas por OMS en contra de las pautas existentes de la misma OMS. Los daños de estas respuestas son enormes y aún se están listando, tanto en la salud, como en la economía y la estabilidad política mundial. Vale decir que a partir de una rareza histórica, como reconoce la OMS que son las pandemias, se está impulsando un proceso de sumisión inmediato que, por lo pronto, garantizará la repetición de los desastres cometidos en la respuesta covídica. La agenda pandémica no puede exceptuarse del claro sistema de las transferencias de ganancias y riqueza sin precedentes en el contexto geopolítico y de la suspensión criminal de los derechos y garantías que ojalá, algún día, tenga su merecido juicio y castigo. 

Esta iniciativa, que van a debatir los liberticidas de siempre durante todo este año, revertirá la dirección de la salud pública internacional retrocediendo hacia un autoritarismo colonialista sin precedentes. La excusa ya fallida de la salud busca imponer una gobernanza apoyada en los valores que el mundo creyó haber archivado luego de la segunda mitad del siglo pasado. El Tratado tendrá un impacto nefasto en toda la sociedad, eliminando derechos, aumentando la pobreza y atentando contra todo ordenamiento democrático. Queda sólo un año para enfrentar la locura y buscar un poco de sentido común, luego: «Es peligroso, Frodo, —dijo Gandalf— cruzar la puerta. Pones un pie en el camino, y si no cuidas tus pasos, nunca sabes a dónde te pueden llevar».

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