El portavoz de la Generalitat, Francesc Homs, ha puesto al descubierto que el referéndum devora a sus defensores solo una semana después de la suspensión decretada por el Tribunal Constitucional. Homs se encontraba en una entrevista radiofónica (en RAC-1) y acorralado verbalizó que el límite para reafirmarse en el referéndum declarado fuera de la ley por las instituciones españolas es el “13, 14 o 15 de octubre” y se remitió a lo que establece el propio decreto de convocatoria suspendido por el TC.
Es decir, que si el Tribunal Constitucional no levanta la suspensión de la consulta, como parece, el Gobierno de Artur Mas tomará decisiones en esos días para desconvocar la consulta del 9 de noviembre. Bastó ese “razonamiento” para desatar una tormenta en Esquerra que demuestra la fragilidad de la “unidad” de los promotores de la consulta secesionista.
Ese tácito reconocimiento levantó la ira de Esquerra. La dirección de Esquerra Republicana reaccionó con sorpresa, que sonaba a fingida. “Esquerra está descolocada, porque el viernes se ofrecieron todas las garantías para celebrar la consulta”, afirmó la portavoz de Esquerra, Anna Simó, en alusión a la cumbre de los partidos pro consulta en el Palau de la Generalitat “y ahora ponen un deadline”. Con lo que parece que la candidatura unitaria ha saltado por los aires.
El previsible desgate que para Artur Mas puede provocar el “descarrilamiento” del 9-N ha llevado a Convergencia a programar un gran acto de aclamación del “President Mas” para el 11 de octubre. Se trata de enmascarar la marcha atrás de la convocatoria para el 9-N. Sin embargo el Gobierno de la Generalitat sigue admitiendo solicitudes para ejercer el voto por correo, incluso promete ampliar plazos y los truculentos anuncios institucionales siguen en TV3, en clara desafección a lo decidido por el Tribunal Constitucional.
Por eso se espera que la reunión prevista para hoy el ejecutivo catalán revele detalles del inminente cambio de rumbo de los separatistas gobernantes, mientras el “President Mas” se da baños de multitudes que le reciben con aplausos y gritos de “In-de-pen-den-ci-a!”, como ayer en Olot (Gerona).