'Ser es defenderse'
Ramiro de Maeztu
Acuerdo, ¿para quién?
Por Mario Conde
2 de junio de 2013

Un acuerdo global con la valoración tan negativa de líderes y partidos se puede leer, justa o injustamente, como una tabla de salvación para la clase política más que para la sociedad.

 

En pura teoría, un acuerdo entre los dos grandes partidos que controlan el arco parlamentario no sería una mala noticia en un momento de crisis brutal como el que vivimos, con cifras, parámetros e indicadores que van mas allá de lo económico para caer de lleno en la pura y dura inaceptabilidad social. Que el paro vaya a seguir aumentado hasta mas allá del 28% el próximo año, cuando, encima, el juvenil supera el 50%, es socialmente imposible de soportar. En ese contexto, un acuerdo sería razonable. Pero siempre que su fundamento fuera ayudar a salir de donde estamos y no ayudarse mutuamente a seguir instalados en donde se encuentran. Dicho más claro. ¿cuál es el objetivo, ellos o la sociedad? Porque con la clase política valorada bajo mínimos, el modelo bipartidista en trance de descomposición, la credibilidad de las instituciones disuelta en la corrupción, la confianza en la Justicia demolida por el comportamiento de jueces y fiscales, es más que probable que la ciudadanía contemple ese pacto como una respuesta de Sistema, una tabla de salvación de la clase política más que otra cosa.

Puede que sus intenciones sean sinceras, pero sus comportamientos como clase no han dejado lugar a dudas. Además, los dos líderes, Rajoy Rubalcaba, carecen de credibilidad para mas del 80% de la población. Por eso la pregunta es: ¿no debería el Gobierno gobernar, asumir sus responsabilidades, que para eso fue votado? Acuerdos puntuales sobre algún asunto concreto de Estado se entienden bien, creo. Pero un acuerdo global, de clase, en este momento, con la valoración tan negativa de líderes y partidos se puede leer, justa o injustamente, como una tabla de salvación para la clase política más que para la sociedad.

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