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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El Gobierno Mr Wonderful y las concertinas

El secretario general de los socialistas, Pedro Sánchez, en una imagen de archivo | EFE

La llegada del Aquarius a España ha abierto el debate en torno a las medidas de control fronterizas.

Tratar de eliminar un método de control que se ha demostrado como efectivo sin medidas de sustitución parecería una locura en cualquier parte del mundo. No en España. El nuevo ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha establecido como «prioridad principal» la eliminación de las concertinas en las vallas de Ceuta y Melilla.

Aunque el efecto ‘Mr Wonderful’ del nuevo Gobierno se va difuminando entre casos de corrupción, parece evidente que Pedro Sánchez quiere dar un giro a la política migratoria seguida por España hasta el momento. Mariano Rajoy se limitó a seguir los mandatos de Bruselas -a obediente no le ganaba nadie- y su escaso peso en el tablero político impidió que nuestro país tuviera poder de decisión. El nuevo presidente sí parece sentirse legitimado -con 85 diputados, no olvidemos- para enfrentarse a las instituciones comunitarias.

Uno se imagina a Sánchez desembarcando en Bruselas con su media sonrisa, una libreta con el eslogan «si puedes soñarlo, puedes lograrlo» y el anhelo de derribar los prejuicios migratorios de Emmanuel Macron y Angela Merkel. La imagen resultaría de lo más cómico si no estuviera en juego algo tan importante para nuestro país.

Agentes, a Marlaska: 'Atente a las consecuencias si quitas las concertinas'

Los expertos lo tienen claro: “Si se retiran estas medidas pasivas se va a producir un efecto llamada y los guardias civiles nos vamos a ver desbordados”. Haría bien Grande-Marlaska en escuchar a los agentes que cada día se enfrentan a la realidad de las ciudades autónomas. Además conviene recordar que fue un Gobierno del PSOE el que instaló las concertinas en la valla fronteriza entre España y Marruecos en Melilla y el que «inventó» las devoluciones en caliente de inmigrantes. 

«Si con las concertinas hay avalanchas y agresiones a los guardias civiles, sin ellas vendrán miles de inmigrantes a intentar el asalto de la valla y, si no hay otras medidas pasivas ni refuerzo de personal, habrá más agentes heridos», sentencian desde la Asociación Española de Guardias Civiles.

Primera medida de Marlaska: retirar las concertinas de las vallas fronterizas

Hace tiempo que las potencias europeas dieron la espalda a los países del sur. Las Primaveras Árabes, financiadas y alentadas desde Occidente, modificaron el tablero político en Oriente y convirtieron a Libia en un estado fallido. Los bombardeos del Ejército francés acabaron con la dictadura de Muamar Gadafi y el futuro de las próximas generaciones. Nicolas Sarkozy y Barack Obama, responsables últimos de la situación actual en el Mediterráneo, dieron la espalda a los ciudadanos a los que habían convencido con airadas consignas en favor de la libertad.

Emmanuel Macron ha heredado la vieja costumbre francesa de dar la espalda a los problemas del Mediterráneo. Uno escucha hablar al globalista y llega a creer que Francia acaba en París.  Por eso sorprende aún más esta impaciencia socialista para retirar medidas de control sin alternativa alguna.

En realidad al presidente todo esto le importa más bien poco. El socialista configuró un Gobierno plagado de rostros conocidos con el único objetivo de ganar las próximas elecciones y derribar a Podemos y Ciudadanos. Retirar las concertinas sólo será un gesto más, un peligroso adorno mediático, una muesca que añadir a su garrote de mando de la que podrá presumir en sus tardes de baloncesto.

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