Mientras esperamos que la Audiencia de Palma entregue a Urdangarín su orden de entrada en prisión, hacemos un repaso a los primeros favores que se cobran separatistas y nacionalistas…
Un breve repaso a la cuestión internacional para adentrarnos después en las cuestiones domésticas. Cumbre Corea del Norte-Estados Unidos: más allá de la incuestionable trascendencia del encuentro y del compromiso por parte del dictador Kim Jong-un de desnuclearizar su República, queda la constatación, preocupante constatación, de lo alejados que están los grandes medios de la realidad del mundo: «¿No se cansan de equivocarse? ¿Cómo es posible que toda esa caterva de analistas y opinadores no pierda prestigio ni sueldazo como estrellas de los grandes medios cuando no dan ni una? ¿Acertar no debería ser un modo justo y sensato de evaluar su trabajo?», se pregunta Carlos Esteban en nuestro tema de apertura. «Aquí tienen la foto, aquí tienen el encuentro, y no hay un solo analista de campanillas que vaya a perder su puesto, ni un solo medio que vaya a reconocer que se equivocó», añade tras recordar cómo los ‘analistas políticos’ se hacían cruces cuando Trump amenazó con cancelar la cumbre ante las bravuconadas del líder norcoreano que, luego y contra todo pronóstico, acabó pasando por el aro. Es sólo un apunte. Un ‘no se fíen’ demasiado de lo que los grandes medios pronostican, que parece que últimamente no dan una.
El Aquarius: a medio camino entre la información internacional y la nacional, las personas a bordo del barco Aquarius viajan ya hacia España, donde ONGs como Cruz Roja, Acnur, CEAR o Cáritas trabajan junto a las instituciones oficiales para recibir a los más de 600 inmigrantes, atender a las mujeres embarazadas y tutelar a los menores que viajan solos. Ni un pero en lo que a labor humanitaria se refiere. Muchos, lo decíamos ayer, en lo que supone de colaboración indirecta con las mafias, de irresponsable efecto llamada y de negación de una realidad: que España no puede, no tiene capacidad, para hacer frente a la previsible llegada masiva de inmigrantes, que ya se ha duplicado en lo que va de año.
Y ahora, la cuestión puramente nacional: mientras esperamos que la Audiencia de Palma entregue a Iñaki Urdangarin, condenado a 5 años y 10 meses de cárcel; a Diego Torres (5 años y 8 meses) y al expresidente balear Jaume Matas (3 años y 8 meses) su orden de entrada en prisión, un vistazo a lo que nos dejan los primeros días de Gobierno socialista en España: en su primer Consejo de Ministros, luz verde al golpismo catalán al levantar la supervisión de las cuentas autonómicas, «como gesto de normalidad política”, y con la confianza de que “funcionará bien”. Pues muy bien no ha funcionado, teniendo en cuenta que días después los separatistas reactivan orgullosos su Diplocat para seguir ‘haciendo República’.
Mientras, en el País Vasco, los del PNV comienzan a cobrarse los favores -los mismos, seguramente, que habrían intentado cobrar al PP-y, junto al nuevo estatuto que pretende crear un ‘miniEstado’ en el norte español, los nacionalistas hablan ya de «transferir en esta legislatura las competencias relativas a prisiones y el régimen económico de la Seguridad Social».
Y todo, mientras desayunamos con la noticia del presunto fraude a Hacienda de nuestro flamante ministro de Cultura: Màxim Huerta se habría deducido como gastos por actividad artística injustificada hasta un total de 148.702 euros, por los que tuvo que pagar un total de 365.938 euros por los tres ejercicios, tras añadir al fraude original el recargo de la multa y los intereses de demora. El ministro, que ya advirtió en su cuenta de Twitter en un hoy lejano 2015 que «estar al día con Hacienda ya no se lleva», ha declinado hacer ahora más declaraciones relativas al presunto fraude. Nos está quedando una España preciosa, sí señor.
