«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El ejemplo de Alfie, nuestra conciencia y los silencios cómplices

Su fuerza ha agitado y ha despertado la conciencia de millones de personas, y ha recordado que el milagro de la vida puede ser infinitamente más fuerte que la muerte.


El hospital Alder Hey de Liverpool desconectó de cualquier soporte vital el pasado lunes al pequeño Alfie Evans. Sus verdugos jugando a ser Dios pronosticaron que no sobreviviría más de unos minutos sin asistencia, pero mintieron. Resistió. Aguantó más de 100 horas demostrando al mundo, en palabras del obispo de San Sebastián, Juan Ignacio Munilla, que la dignidad del ser humano no se basa en la salud de sus neuronas sino en su potencialidad de ser amado incondicionalmente.
Sus padres, Tom Evans, de 21 años, y Kate James, de 20, obligados a dormir en ocasiones en el suelo del centro médico, libraron una batalla judicial para trasladar al bebé a un hospital en Roma gestionado por El Vaticano, hecho que los desalmados jueces británicos desestimaron.
La lucha de Alfie, merecedor de la ovación de la semana, ha conmovido al mundo -en Estados Unidos, Italia o España, nuestro país, se convocaron concentraciones para rezar por él, y decir alto y claro que cada vida importa-. El Papa Francisco recordó que el único dueño de la de vida es Dios y que nuestro deber es hacer todo para protegerla -«recemos para que se respete la vida de todas los personas», añadió-, y en Polonia, su presidente llamó a la cordura y dijo que «debe ser salvado». «Quizás lo único que se necesita es buena voluntad por parte de quienes toman las decisiones», declaró Andrzej Duda. Ellos han tapado los silencios ensordecedores, cómplices e incomprensibles de algunos Padres de la Iglesia más preocupados por ser políticamente correctos -hoy, por desgracia, no es bien visto defender el derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte natural- que por la actividad apostólica.
El pequeño, que ha evidenciado los errores de los médicos, empeñados en desconectarle y acabar con su vida, nos ha dado a todos una lección. Su fuerza ha agitado y ha despertado la conciencia de millones de personas, y ha recordado que el milagro de la vida puede ser infinitamente más fuerte que la muerte. Ahora, desde el cielo de los niños, de los más inocentes, cuidará de sus padres que ven desconsolados como un Estado inhumano les ha arrebatado a su hijo de sus propias manos.

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