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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Cataluña no merece un Gobierno que nos mienta (España tampoco). Por José Javier Esparza

«El Gobierno catalán ha mentido sistemáticamente sobre este asunto porque, más allá de la actuación policial, ha intentado utilizar el trauma de los atentados para reforzar su proyecto separatista».

El problema no es que la policía autonómica catalana evaluara mejor o peor el aviso de Inteligencia sobre un eventual atentado en las Ramblas. Esta es una cuestión importante, sí, pero políticamente secundaria. El verdadero problema, lo que hace realmente escandaloso este asunto, es que el Gobierno catalán haya mentido reiteradamente sobre la existencia de tal aviso. Primero negó –varias veces- que tal aviso existiera, pero resulta que existió. Después negó que viniera de la Inteligencia americana, pero resulta que venía precisamente de ahí. Además negó que la Policía Nacional lo comunicara al Gobierno autonómico catalán, pero resulta que Interior sí lo comunicó. De manera que la pregunta que uno se hace es por qué la Generalidad de Cataluña ha mentido sistemáticamente sobre este asunto negando extremos que, acto seguido, se han revelado ciertos uno detrás de otro. ¿Qué trata de ocultar el Gobierno catalán?

Es imposible no parafrasear al avieso Rubalcaba después del 11-M: Cataluña se merece un Gobierno que no nos mienta. Bien es cierto que el separatismo catalán ha construido todo su proyecto sobre una gigantesca mentira estructural, así que, ¿qué más da una mentira más? Pero sí, sí que da. Aquí no estamos hablando de querellas de partido y sensibilidades autonómicas, sino de dieciséis muertos –que podían haber sido muchos más- y decenas de heridos. Estamos hablando de la vida de los ciudadanos, de la seguridad pública, que ha quedado gravemente comprometida por la actitud del gobierno autonómico catalán y, por elevación, por la inhibición del Gobierno de España en ese territorio. Y esto hay que decirlo por muy políticamente incorrecto que resulte.

Hablemos un poco del famoso “aviso de la CIA”. Los servicios de información de nuestros países reciben todos los días varios avisos de eventuales ataques terroristas. España, concretamente, viene recibiendo una media de dos alertas por semana desde hace un año, por lo menos. Estas alertas provienen fundamentalmente de los barridos masivos de comunicaciones de la NSA norteamericana, que pescan innumerables peces de muy diverso volumen y entidad: a veces se trata de alertas reales, en otras ocasiones son simples baladronadas. Por eso, normalmente, las alertas transmitidas vienen con la etiqueta de “veracidad desconocida” y “solamente para propósitos de inteligencia”. Es decir que su finalidad no es iniciar una operación policial formal, sino aumentar el volumen de información, contrastar la información nueva con la ya disponible y, eventualmente, promover investigaciones de comprobación. A esto se refiere el Gobierno autonómico catalán cuando dice que el “aviso de la CIA” era poco verosímil. Pero le ha faltado a la Generalitat añadir la segunda parte: explicar los criterios para evaluar la alerta y justificar por qué no desarrolló una investigación. Porque ese habría sido el procedimiento adecuado. En último extremo, puede aceptarse que la alerta pareció irrelevante porque no había con qué cocinarla. Bien. Un error; grave, pero comprensible. Pero queda abierta la segunda cuestión: ¿Por qué el Gobierno catalán ha mentido sistemáticamente?

A fecha de hoy, la única respuesta posible es esta: el Gobierno catalán ha mentido sistemáticamente sobre este asunto porque, más allá de la actuación policial, ha intentado utilizar el trauma de los atentados para reforzar su proyecto separatista. Al Gobierno catalán le importa muchísimo más su proceso de independencia que la seguridad y la vida de sus ciudadanos. En ese contexto, lo último que podía reconocer es que recibió un aviso procedente de la Inteligencia americana (nada menos) y repetido por el Gobierno de España (el gran malvado) y que la policía de un territorio que aspira a su independencia fue incapaz de evaluarlo correctamente. Por eso, en su cadena de mentiras, se ha enredado en un laberinto que perfectamente podría haber eludido diciendo la verdad. Y si alguien tiene otra explicación para este enigma, que lo diga.

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