«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Apaga y vámonos

Al final, el astuto plan de Rajoy era cortarles la luz.

Como si tratara con okupas morosos, el Gobierno se dispone a atajar la aventura secesionista de la Generalitat dejándoles a oscuras el día del referéndum.

‘El Estado cortocircuita el 1-O’, abre El Mundo sobre tres sumarios, uno de los cuales explica que «el Gobierno está dispuesto a cortar la luz a los centros de votación ilegales».

En la foto, pequeña, el Rey sobre palabras suyas: «La Constitución prevalecerá frente a quienes quiebren la convivencia».

Esas mismas palabras campean entrecomilladas en la portada de ABC sobre una foto en la que Su Majestad pone cara de preguntarse si se ha dejado abierto el gas. Y aun queda espacio para un titular, ‘Dos avisos en 24 horas a los funcionarios municipales’.

Hay, para mí, algo desasosegante en el hecho de que ni siquiera una Corona que se remonta al siglo VII haga referencia preferente a nuestro viejo país, sino a un documento de ayer por la tarde de los que España ha tenido al menos ocho.

Quizá la respuesta se encuentre en la alocución de ayer de Jean-Claude Juncker, ese tipo que nos gobierna desde Bruselas sin que ninguno de nosotros lo haya visto nunca en una campaña electoral.

Jean-Claude estuvo sembrado, hablando con esa libertad retórica que da saber que no tienes que halagar a las masas para que te reelijan, y pintó un futuro para el club europeo que debería hacernos olvidar por un momento la independencia de Cataluña y añorar preventivamente la de toda España.

Bruselas está en pleno proceso de extraer su libra de carne de la rebelde Gran Bretaña, y todo el asunto me hace pensar en Cataluña, que si está siendo tan tortuoso para la pérfida Albión salir de un club comercial en el que entró hace cuarenta años, las negociaciones para separar lo que lleva unido desde que existe España deben de ser una pesadilla.

Todas las primeras van de lo mismo, de la reacción del Estado al desafío secesionista, y El País titula que ‘Los alcaldes del referéndum responderán ante la justicia’, sobre una foto de un acto no precisamente multitudinario de la CUP que más parece el tópico número de la cabra y la trompeta.

La Razón saca de foto de primera una perspectiva de una estación del Metro de Barcelona, todo para que veamos un cartel de propaganda del referéndum. Arriba, ‘El Constitucional abre la vía para suspender a Puigdemont’, que al quedar junto al primer tema de la columna de la derecha, ‘Juncker pide una UE más integrada y un superministro de Finanzas’, me resulta ominoso.

Quizá lo uno explique lo otro; quizá, digo, toda la ofensiva del Gobierno para parar el proceso secesionista con artimañas de leguleyo y trucos de casero desesperado, sin responder en ningún momento a la lírica catalana con una propuesta española mínimamente atractiva, responda al hecho de que nuestra clase política, como Puigdemont y compañía, tampoco cree en España y no ve el momento de sacrificar su soberanía en el altar de Bruselas.

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