«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Argumentando en caliente

Bernardo Montoya no mató a Laura porque no supiese que matar está mal. Todo el mundo sabe eso. 

Se desmarca de sus compañeros de quiosco El País al abrir con una noticia que mis otras portadas ni siquiera citan: ‘El sueldo de los funcionarios subirá un 2,5% desde enero’. No comparto la feroz hostilidad que sienten muchos de mis paisanos por el funcionariado, creo que el Estado debe dotarse de un razonable cuerpo de asistentes y me niego a meterles sin más en el saco de ‘población improductiva’, siendo muchos de ellos médicos, maestros, bomberos o policías.

Pero es indudable que su sueldo se lo pagamos todos, y si el resto de la economía tiene el salario congelado desde hace tiempo, estas subidas atufan a electoralismo del peor con pólvora del Rey y a soldada con que comprar leales. El Mundo parece replicar a este titular en una noticia menor de su primera que reza así: ‘El sector público sostiene hoy a casi 700.000 personas más que el privado’. Nada puede crecer indefinidamente.

Pero las dos noticias del día son las declaraciones de la fiscalía en el juicio contra el ‘procés’ y las reverberaciones del asesinato de Laura Luelmo. El País dedica a lo primero su segundo titular, ‘La fiscalía califica el ‘procés’ como «atentado al interés de España», que no parece sino demasiado obvio para un titular.

De hecho, El Mundo abre con ello y también entrecomilla, pero su formulación es algo más poética y aparece bajo la foto de los magistrados en sala: ‘El 1-O «fue un atentado contra el corazón del Estado». Debajo, con foto: ‘El sospechoso de matar a Laura es un asesino recién salido de la cárcel’. El sospechoso que, como sin duda sabrán, ya ha confesado.

La muerte de Laura ha propiciado en medios y redes un encendido debate que, más que iluminar los motivos del crimen, deja patente que cada bando va con lo suyo a muerte y que la sordera a los argumentos del otro es absoluta. Laura ha sido asesinada porque los hombres vivimos en una sociedad machista y somos todos asesinos en potencia, o a Laura la ha matado la derogación de la prisión permanente revisable.

No sugiero en absoluto que ambas apreciaciones tengan igual mérito, mucho menos que no se pueda hacer nada para mantener en el nivel mínimo estas tragedias. Pero es una fantasía infantil suponer que hay una fórmula mágica para que nadie asesine nunca y vivamos en una feliz sociedad prelapsaria. España es uno de los países menos violentos del mundo, incluyendo la violencia contra la mujer, y sería bueno que dejáramos de alarmar como si esto fuera el salvaje Oeste y moderáramos el absurdo «¡Nos están matando!».

En ABC, el titular, en diagonal en el centro, divide en dos escenas el espacio de la primera. Arriba, tres magistrados del juicio contra el 1-O; abajo, Sánchez conversando con Torra. «Han atacado el corazón de la democracia española». La democracia, el Estado… Ya me intriga saber qué han dicho exactamente.

Y de La Razón solo podíamos esperar una primera tan de alipori como la que han sacado. Y es que la derechita se caracteriza por el ‘complejo de progresismo insuficiente’, es decir, que obligada a apoyar por su obvio interés partidos y personajes de la sedicente derecha, cuando puede quitarse el uniforme de animadora trata de compensar siendo más denterosamente progre que nadie. Sacan una foto de la víctima junto a una de su presunto asesino, en pequeño sobre un fondo blanco, y a modo de titular un tuit de la asesinada: «Te enseñan a no ir sola por sitios oscuros, en vez de enseñar a los monstruos a no serlo».

Es una consigna que cualquiera que esté mínimamente atento ha oído mil veces. Delata una confianza tal en la ‘educación’, una idea de sus inevitables resultados, como si cualquier transmisión de ideas generara automáticamente un comportamiento inevitable, que se diría que se están refiriendo a la programación de una máquina. Pero, para bien y para mal, el contenido de una instrucción puede cuestionarse y rechazarse, o todos pensaríamos del mismo modo, y es incluso posible -y frecuente- incumplir lo que hemos aceptado como bueno.

Bernardo Montoya, si al final su confesión se sostiene, no mató a Laura porque no supiese que matar está mal. Todo el mundo sabe eso, y él ya había recibido la lección, además, del modo más duro: con la cárcel. Dejemos ahora a los muertos descansar en paz.

TEMAS |
.
Fondo newsletter