«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

La ‘serpiente’ en el paraíso sueco

Esa es su verdadera victoria: ampliar la ventana de Overton, cambiar el discurso, dar permiso para que el disenso entre en el debate.

No es la primera noticia en ninguna de mis cuatro cabeceras, pero sí es la común en tres de ellas. La ‘ultraderecha’ no ha ganado en Suecia; ha quedado en tercer lugar, con casi un 20% del voto, frente a los dos bloques del consenso socialdemócrata de posguerra. Pero esa es la verdadera noticia, como advierten todos. Pero, primero, los titulares con que abren mis diarios.

El País abre con que ‘Sanidad lanza un plan para prevenir 3.600 suicidios al año’. Imagino a los responsables editoriales de Prisa rompiéndose la cabeza para encontrar algo positivo que decir de sus nuevos amos, aunque encuentro gracioso tanto la cifra -van a evitar exactamente 3.600 suicidios, ni uno más ni uno menos- como el hecho de que unos días consideren plaga lo que otros ven como un derecho que la sanidad pública debe satisfacer.

El Mundo nos cuenta que ‘Mas abroncó a los técnicos que se negaron a amañar un supercontrato’. Estas cosas funcionan así: lo que en sí mismo está prohibido, cuando lo hace el propio poder, acaba siendo obligatorio. Nos dice La Razón que ‘El TS mantiene su hoja de ruta: juicio al «procés» en noviembre’. Si es así, preveo un interesante ‘duelo al sol’ entre poderes del Estado.

Y ABC abre con una encuesta de intención de voto y el engañoso titular: ‘Casado empata con un Sánchez que no rentabiliza el poder’. Aquí, ‘empatar’ significa quedar el segundo (un 25,9% frente a un 27%), y eso de que no rentabiliza el poder es relativo: el PSOE estaba bastante por debajo cuando Sánchez accedió a la presidencia del Gobierno. En cuanto a las elecciones en Suecia, cuyo dato fundamental para todos es el ascenso de la «extrema derecha/ultraderecha» (¿cuándo fue la última vez que leyó «ultraizquierda/extrema izquierda» incluso en un diario ‘de derechas’?), aunque haya quedado en tercer lugar. Y tienen razón, no sólo porque el avance es espectacular, o porque se trata de Suecia, el paraíso de la progresía. Tienen razón porque augura el canto del cisne del consenso de posguerra. Los grandes partidos siguen siendo los grandes partidos, pero van a la baja, y gran parte de su voto es inercia y miedo a lo desconocido.

Y porque estos partidos ‘populistas’ no necesitan obtener la victoria para cambiar el discurso, como según los analistas ya ha empezado a suceder en Suecia, donde las agrupaciones tradicionales, ayer enloquecidamente entusiastas de la inmigración masiva, empiezan a cambiar significativamente el tono. Lo hemos visto, por ejemplo, en Austria, donde el vencedor de las últimas elecciones fue su PP de toda la vida, pero que ganó a base de plagiarle el discurso a los ‘duros’ del PFÖ.

Esa es su verdadera victoria: ampliar la ventana de Overton, cambiar el discurso, dar permiso para que el disenso entre en el debate con menos censuras y pueda hablarse abiertamente en los parlamentos de lo que hasta ahora era tabú.

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