«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Las coplas de Pero Grullo

Hoy parece haber escrito la primera de El País el maestro don Pero Grullo, gran profeta que a la mano cerrada llamaba puño, aquel rival de Nostradamus que en el S. XV predecía con abracadabrante precisión:
Andarase con los pies,
volarase con las plumas,
serán seis dos veces tres
por muy mal que hagas las sumas

Bajo una foto del espectacular accidente aéreo -sin víctimas mortales- en el aeropuerto de Trebisonda, en Turquía, abre El País con la sensacional noticia: ‘El votante del PP deja de creer en el partido’.
Le ha costado. Al votante ‘pepero’, digo, que hace años ya que se hizo evidente que el partido que nos gobierna no solo no representa la vaga maraña de ideologías de su base electoral sino que, en realidad, no tiene otro objeto que administrar, porque ni gobernar puede llamarse a lo que hace desde la Moncloa.
El PP no es de derechas, aunque en absoluto sea tampoco de izquierdas. Es nihilista, no cree en nada y está dispuesto a transigir con cualquier cosa. Ese espíritu camaleónico podría tener sus ventajas, darle una flexibilidad de la que carecerían partidos más ideológicos, pero si ya advertimos que carece de principios, mantiene en cambio todos los tics, complejos, manías y reflejos condicionados de la derechita nacional, de modo que lo que debería ser pragmatismo se revuelve en inacción, cobardía y seguidismo servil.
Pero no han terminado en la primera de nuestro diario de referencia las referencias a lo obvio, como revela este segundo titular: ‘Iglesia cree que Podemos se ha alejado de «las clases populares».
Podemos es izquierda radical europea, es decir, un partido que odia minuciosamente todo lo que las clases populares aman, creen o practican a diario, y ensalza y defiende todo aquello que a los obreros ni interesa ni atrae ni les gusta. Por robar un ejemplo leído en Twitter (creo que de @eltivipata), es improbable que a la cajera de Mercadona le quite el sueño la perspectiva de género del soterramiento de la M-30.
Podemos, como la izquierda que hace furor en las carísimas universidad americanas de la Ivy League, es a medias la sirvienta y a medias el bufón de la clase más acomodada, cuyos gustos, aficiones, vicios y modas halaga, así como al sector parasitario de cualquier clase social. Los ricos, advertía Chesterton, son siempre progresistas.
Y hablando de los gustos de los ricos, debajo, entrecomillado y referido a un encuentro de grandes mecenas, este titular: «El arte contemporáneo es libertad». Lo que, naturalmente, significa exactamente nada, como suele suceder con la palabra ‘libertad’ en la mayoría de las consignas.
El arte es siempre libertad, en el sentido de que el artista elige. Pero la libertad de que hablan nuestros mecenas para referirse a esa gigantesca y carísima broma que pasa hoy por arte y es en realidad un mercadillo arcano para el más selecto y cerrado de los grupos, es mero capricho y desprecio por la belleza y la maestría.
Volviendo al primer titular que hemos comentado, nuestra interpretación la refrenda Fernando Martínez-Maíllo en declaraciones que abren La Razón: «El mayor activo que tiene el PP sigue siendo Rajoy».
Apaga y vámonos. No sus ideas, no sus principios (je), no la lealtad de sus militantes, no su experiencia o sus logros: el mayor activo del PP es un tipo con barba con el carisma de un trapo mojado. Menos mal que en las democracias importa el programa, no las personas. Señor…
En fin, si Rajoy es el mayor activo del PP, ya pueden ir cerrándolo: lo demás debe de ser para echarle de comer aparte.

Saca ABC a portada uno de esos montajes que tanto le gustan, en este caso, los líderes de los tres principales partidos (en intención de voto, que el de morado se nos ha caído) recortados y teñidos con el color que suele representarles, rojo, naranja y azul. Junto a cada figura, el número de escaños y la proporción de votos que recibiría cada uno hoy según la última encuesta de ocasión (¡Venga, señora, encargue una, que me las quitan de las manos!).
Titular: ‘PP y PSOE dejarían de ser los partidos más votados por primera vez desde 1982’. Rivera es nuestro Macron, el que recoge el descontento con el bipartidismo heredándolo y representándolo en todo, el triunfo de la esperanza sobre la experiencia, como llamaba Samuel Johnson a las segundas nupcias.

El Mundo se empeña en dar noticias, rara avis en nuestra prensa de papel. Habla del Caso Palau y titula con el preceptivo entrecomillado: «En CiU no decidía los tesoreros, allí mandaba Mas». Cuéntenme otra vez ese argumento ‘indepe’ según el cual hay que salir de España para escapar de la corrupción reinante, que es lunes y me quiero reír.

No dudo de la buena fe de muchos independentistas, pero a esos les aconsejaría que, antes de quedarse a solas con estos desgarramantas, den un buen meneo a su clase política o la republiqueta acabaría siendo lo que el nacionalismo lleva siendo desde su origen para esta patulea: un magnífico negocio.
 
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