«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Los nazis en el Bundestag

Uno nunca podría suponer que los seres humanos tenemos una rica historia de miles de años en los cinco continentes, viendo como para el ‘komentariat’ hemos encallado en la Europa de los años Treinta y no salimos de allí.

Se diría que no han pasado noventa años y que todo es distinto ahora, que Alemania lleva varias generaciones libre, democrática y próspera y que, puestos a buscar analogías con cada cosa que pasa, de Sumeria a acá tenemos un campo enorme.

Pero no, el señor del bigotito ‘a lo Charlot’ al que todo el mundo desprecia está siempre a punto de ser llevado en volandas a la cancillería y tenemos que creer que la ideología más minuciosamente machacada y unversalmente aborrecida, denostada y ridiculizada de la historia  está permanentemente a un mínuto de volver triunfante.

En la crisis catalana que se ha instalado como un quiste en nuestras portadas cada bando acusa alegremente al otro de nazi, en el más infantil de los concursos verbales, sin que ninguno acierte ni de lejos. Y es tan otra historia, con condicionantes tan diferentes, circunstancias tan remotas y problemas tan distintos que no hay modo que esa ridiculez nos lleve a ninguna parte.

Pero ayer fue en la propia Alemania la noticia, en el corazón de la bestia, y los retores apalancados en unos recuerdos que ya nadie tiene no iban a desaprovechar la ocasión de impedir que dejemos atrás lo que quedó atrás.

Gana un cuarto mandato Angela Merkel en un país que se parece tanto al de la República de Weimar como Gentiloni a Mussolini o un huevo a una castaña. Un país que en un par de años ha admitido de golpe a más de un millón de recién llegados de países lejanos y culturas completamente ajenas, musulmanes casi todos, varones en su abrumadora mayoría. Lejos de estar a diez minutos del IV Reich de los Mil Años, Alemania parece abocada al colapso demográfico de su población nativa. Su futuro se llama Mohamed, no Adolf.

Pero si los hombres vieran el peligro real y alertaran sobre él en lugar de invocar una amenaza de fantasía hecha de recuerdos sería un caso excepcional en la historia, así que volveremos a buscar nazis debajo de la cama.

‘La irrupción de la ultraderecha enturbia la victoria de Merkel’, abre El País en un titular cuyo tono repetirán todos. ¿Por qué la enturbia? Sí, ya sé que a El País no le gusta lo que llama ‘ultraderecha’, pero tampoco le gusta Podemos y no recuerdo que titulara nunca que su irrupción enturbiaba la victoria de Rajoy.

Item más, ¿en qué sentido es ‘ultraderecha’ Alternativa para Alemania, sobre todo para un diario que no pillarán ni muerto calificando en titulares a Podemos de ‘ultraizquierda? Sí, en comparación al espectro, lo son; pero en comparación con la historia no lejana, defienden lo que era postura de sentido común para todos los políticos que derrotaron al fascismo.

‘Amarga victoria de Merkel’, reza la portada de ABC, servil al consenso, y lo que tiene de ‘amarga’ no es el hecho de que haya ganado un cuarto mandato después de los esfuerzos que está haciendo por destruir la identidad de su país, sospechamos.

El Mundo abre aún con Cataluña, ‘Puigdemont puede ser acusado de rebelión si declara la secesión’, un titular en el que lo único extraño es ese ‘puede’.

A la derecha, ‘Merkel será canciller por cuarta vez y la ultraderecha irrumpe en el Bundestag’. El mismo verbo, la misma etiqueta. Son todos el mismo periódico para lo que de verdad cuenta.

‘Puigdemont prepara un 1-O «on line», abre La Razón sobre los ojos verdes y el pelo rubio de Frau Merkel. Debajo, ‘Amarga victoria de Merkel: la ultraderecha entra en el Parlamento’.

A ver, contemos: 3 ‘irrumpe/irrupción’, 3 ‘ultraderecha’, 2 ‘amarga’.

Imbéciles.

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