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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Tan emocionante como un relevo en el Politburó

La Razón se complica aún menos que ABC: ‘Santamaría vs. Casado». Y a tomar viento, hombre ya.

Corromper el lenguaje es corromper el pensamiento y, con él, la acción. Por eso, todas las grandes revoluciones empiezan en el diccionario. El País, probablemente el diario que mayor responsabilidad ha tenido en España en la revolución léxica, lleva hoy en su primera varios titulares que ilustran perfectamente el caso.

‘Las empresas que fomenten la igualdad pagarán menos impuestos’, abre el diario de reverencia. Naturalmente, ‘fomentar la igualdad’ es aplicar la desigualdad. Es decir, es hacer de la candidata a un puesto de trabajo alguien más apetecible de contratar para el patrón que el candidato en igualdad de condiciones.

Sí, ya sé que por alguna parte en nuestra Constitución se ‘consagra’ la no discriminación por razón de sexo, pero ese es un punto que nos cargamos ya hace tiempo sin un murmullo de queja en nuestra clase política. De hecho, la reivindicación de la igualdad es casi siempre una petición de privilegio y revancha.

Hace El País una entrevista a Martin Schulz, que hoy no es nada más que un simple diputado por el SPD alemán, pero que tiene su importancia porque viene a ser la personificación de todo lo que defienden los amos de Prisa y les sirve para titular con un bonito entrecomillado: «Se necesita una rebelión de la decencia contra el populismo».

Es como destapar el cerebro de un progresista después de horas y horas de debate ideológico y ver cómo plantea realmente los términos, cómo quiere transmitir de verdad su mensaje: nosotos somos los buenos; ellos, los malos; tan sencillo como todo eso. No son una ideología; son «la decencia». En cuanto a «populismo», hace tiempo que se usa con el mismo espíritu calvinista para señalar a los réprobos, hijos de la condenación.

La foto, una protesta antitaurina en vísperas de San Fermín. Nada puede quedar de ayer, todo debe ser abolido y cualquier país debe ser igual a cualquier otro. Vagamente, uno sabe cuál es el bando en retirada, e inconscientemente desea que acaben ya con todo, que lleguen al final. Pero no, no hay final, porque la reivindicación y la queja son su base y su combustible.

ABC y su miniyo, La Razón, parecen haberse plagiado las portadas: bustos de Soraya Sáenz de Santamaía y Pablo Casado, que me inspiran la misma ilusión que una visita al dentista. Es un modelo tan cansado, esas sonrisas permanentes, esos mitos de renovación que uno anhela que renueven. Como el ladrón que se queda toda una noche encerrado en una perfumería, me muero por oler algo distinto; tanto que creo que votaría al primer candidato que no sonría.

‘Santamaría y Casado se disputarán la presidencia del PP en la segunda vuelta’, reza el titular de ABC, ahí, ‘informando’, que creo que hay un tío en Palencia que todavía no lo sabe.

‘Santamaría gana pero Casado busca aliarse ya con Cospedal’, nos cuenta El Mundo, que odia con inextinguible odio a la ex vicepresidenta a juzgar por la foto que saca de ella, que sus peores enemigos ocultarían por misericordia.

También Casado se luce en la imagen, con una sonrisa que parece obtenida con grapas ocultas, de puro forzada y extrema.

Abajo: ‘Torra, eufórico, pedirá a Sánchez «culminar la independencia». Esto tengo que agradecer a los amos del procés: no disimulan, no disfrazan sus intenciones, no se andan con rodeos. Y Sánchez dirá que está abierto a todo y que iremos viendo y el plan seguirá adelante, implacable.

La Razón se complica aún menos que ABC: ‘Santamaría vs. Casado». Y a tomar viento, hombre ya.

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