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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Ultraextremopopulismo

Bolsonaro no ha llegado a la presidencia encaramado a un tanque, sino con el voto de más de la mitad del electorado brasileño.

El espectro político es una línea que debe desconcertar a cualquier matemático, porque solo tiene extremos por un lado. Uno solo tiene que alejarse del centro una pulgada hacia la derecha para convertirse en extremo, mientras que en la dirección contraria puede alejarse de él cuanto quiera sin que se le considere jamás extremista. Es más, cuando algún grupo avanza hacia la izquierda, se lleva el centro consigo, de modo que los que antes estaban en ese centro quedan ahora en la derecha, que en seguida se convierte en extrema derecha. Naturalmente, una taxonomía así -obsoleta, unidimensional y trucada- no sirve de nada a efectos de conocimiento, y si se mantiene es porque la opinión publicada ha logrado asociar connotaciones negativas a un lado, y positivas o neutras al otro, las ideas de la élite cultural.

Jair Bolsonaro ha barrido en las elecciones presidenciales brasileñas. Admito que no he seguido de cerca estos comicios ni estoy demasiado familiarizado con su figura. Sé, en cambio, que Brasil, al igual que otros países sudamericanos, ha tenido sucesivos gobiernos de izquierda y que el líder más popular de estos, Lula da Silva, está en la cárcel por ladrón. También sé que Bolsonaro no ha llegado a la presidencia encaramado a un tanque, sino con el voto de más de la mitad del electorado brasileño.

Esto, naturalmente, ha supuesto un disgusto para los grandes medios, que están en modo histeria. ‘Brasil elige presidente al ultra Bolsonaro por amplia mayoría’, abre El País. Ahora, me gustaría que echaran un vistazo a la hemeroteca y comprueben cómo ninguna victorial electoral de Chávez llevó a El País a llamarle ‘extremista’ o ‘ultra’.

En el subtítulo, nuestro ‘diario de reverencia’ asegura que el recién elegido «encamina al mayor país de América Latina a un periodo de incertidumbre». Dado que un subtítulo en primera es un codiciado espacio que debe concentrar la mayor y más relevante información posible, me encantaría saber en qué sentido Lula, Chávez, Cristina Fernández de Kirchner, Evo Morales y demás aportaban incertidumbre. Solo se me ocurre un sentido: era perfectamente cierto y previsible que llevarían a sus países al caos y la pobreza.

El Mundo se contiene en el titular: ‘Jair Bolsonaro es elegido nuevo presidente de Brasil’. Pero no puede evitar colar en el subtítulo lo de «candidato ultraderechista».
Lo mismo en la derechita. La Razón titula, sucinta, ‘Bolsonaro: cambio radical en Brasil’. Y, naturalmente, en el subtítulo está el ejemplo de la sumisión de la derechita al lenguaje de sus guardianes de la izquierda: «el candidato de extrema derecha».

Pero ABC se lleva la palma en el concurso de señalización de virtud progresista. Es leer el titular de portada e imaginarme a un perro moviendo la cola a la espera de que su amo le arroje un hueso por lo bueno que ha sido: ‘Brasil elige a su Trump’.

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