«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
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Enrique García-Máiquez (Murcia, pero Puerto de Santa María, 1969). Poeta, columnista y ensayista. Sus últimos libros son 'Verbigracia', (2022) poesía completa hasta la fecha; y 'Gracia de Cristo' (2023), un ensayo sobre el sentido del humor de Jesús en los Evangelios
Enrique García-Máiquez (Murcia, pero Puerto de Santa María, 1969). Poeta, columnista y ensayista. Sus últimos libros son 'Verbigracia', (2022) poesía completa hasta la fecha; y 'Gracia de Cristo' (2023), un ensayo sobre el sentido del humor de Jesús en los Evangelios

Feijoo fijo que afloja

9 de junio de 2023

Cito muchísimo a Robert Conquest y sus tres leyes de la política. Pero luego casi nunca paso de glosar la primera ley, que reza: «Todo el mundo es de derechas en aquellos asuntos que conoce de primera mano». Esta verdad empíricamente comprobable va teniendo grandes efectos electorales, en cuanto que un partido de derechas ha empezado a hablar a la gente de los asuntos que la gente conoce bien. El lema de Vox para las municipales: «Cuida lo tuyo» captaba perfectamente el espíritu roberconquestiano.

Su segunda ley es más sutil, pero también es indiscutible. Viene a decir: «Todo partido u organización que no se reconozca explícitamente de derechas termina siendo de izquierdas». Esto afecta al moderado Feijoo, que jamás se declara de derechas. Y que llama a ultras a diestro y a… ya está porque a siniestra ofrece pactos de Estado. Así es y lo es legítimamente en el ejercicio de su libertad. Por eso, extraña mucho que ahora se haya comprometido, dentro de su plan de derogar el sanchismo, a acabar con la ley trans, con la ley de Memoria Histórica y con la ley del «sólo sí es sí», además de laminar el Ministerio de Igualdad y hacer ajustes en la ley de Educación y en la ley de la eutanasia.

Yo siempre prefiero pecar de ingenuidad, pero esta vez permítanme el escepticismo. No será porque tenga dotes de adivino, sino buena memoria y pruebas fehacientes. Sabemos que el PP de Feijoo votó en contra de eliminar el ministerio mismo que ahora dice que laminará. Raro. Siendo Alberto Núñez Feijoo un hombre astuto, nos concederá que tenemos razones históricas para la duda metódica. Y más aún si nos remontamos a Rajoy y a Aznar, que, en el tema del aborto, dieron unas espantadas que claman al Cielo. Si Feijoo quisiera podría disiparnos de un plumazo tanta desconfianza.

No tiene que prometer nada, sino cumplirlo. Es tan obvio que este artículo no será nada original. Todo el mundo ve que Feijoo puede pasar de las palabras a los hechos esta misma mañana, tras leer este artículo. De las leyes que dice que quiere derogar hay normas clónicas en comunidades autónomas donde la mayoría absoluta del PP es apabullante. En Andalucía mismo. ¿No podría el Gobierno de Juanma Moreno liquidar ipso facto su infausta ley de Memoria Histórica? A pesar de haberlo comprometido con Vox en la pasada legislatura, se le pasaron los cuatro años mareando la perdiz. Lo ha recordado muy oportunamente el heroico Manuel Gavira, portavoz de Vox que se dejó la voz pidiendo esas derogaciones. Ahora podrían, no ya porque lo pida Gavira, sino porque lo promete Feijoo. En Madrid, dentro de nada, Díaz Ayuso podrá hacer de su capa un sayo con las leyes ideológicas de la memoria y la ley trans. ¿Qué hará? Tralararará.

Todavía hay una prueba más de su voluntad al alcance del mismo Feijoo sin mandatarios interpuestos. Se niega a pactar nada con Vox, pero él, tan astuto como decimos y se cree, no ignora que eso que promete ahora es, en buena medida, el programa que Vox ha defendido desde el principio. Tendría facilísimo pactar con ellos, y venderles la burra de que les concede esas mismas derogaciones que él quiere hacer motu proprio. Sería matar dos pájaros de un tiro, como se decía antes de la ley de bienestar animal, que también habría que reformarla. No querer ni ver (literalmente) a los de Vox cuando promete por las radios y las televisiones parte de su programa resulta a la vez incoherente e ineficaz, se mire por donde se mire.

Todo me permite apostar a que no tocará las leyes que ahora señala y que no hará la reforma integral de calado ideológico de la que va presumiendo. Puedo equivocarme y me alegraré mucho de hacerlo y le aplaudiré como el que más. Pero incluso entonces me quedará una pregunta en el aire. Si lo prometía cuando podía hacerlo (en Andalucía y en Madrid) ¿por qué no lo hacía ya para que lo prometiesen los hechos y no las palabras? Los antecedentes son malos y lo que vemos ahora mismo tampoco nos anima a hacernos grandes esperanzas.

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