República independiente y totalitaria de Cataluña
Opinión
Gritan libertad los alcaldes y políticos independentistas. Estos dictadores de tractor son los mismos que niegan la libertad a quienes no opinan como ellos.
Ser dirigido por insensatos es el pesar de muchos trabajadores en nuestro país, pero un jefe insensato es fácilmente sustituible con sólo cambiar de trabajo. El poder del jefe insensato desaparece gracias al mayor poder del mercado, que nos ofrece una multitud de opciones para huir del cacique.
Los ciudadanos catalanes, no tienen posibilidad de alejarse de sus insensatos políticos, salvo que huyan de sus casas. El mercado político no existe, no puede usted cambiar la opción elegida. Es usted rehén haya o no haya elegido a su gobernante. Esa es la gran diferencia entre política y mercado, la primea genera rehenes, el segundo clientes que van y vienen.
Es por ello por lo que es tan peligroso el poder político, y se evidencia en el caso de Cataluña. Los políticos comunistas, nacionalistas, independentistas, supremacistas o ecologistas, han expropiado la voluntad de la mayoría de catalanes. Han desobedecido conscientemente las sentencias de nuestros tribunales y las recomendaciones de los letrados del propio parlamento catalán. ¿Qué pueden esperar los ciudadanos catalanes de quien considera que democracia es imposición de su interés incluso en contra de las leyes?.
Los gobernantes catalanes dirigen la comunidad autónoma con una de las mayores rentas per cápita de España, será por eso que desprecian la huida masiva de empresas, a los turistas y al declive económico que generan sus decisiones. Que desprecian el poder judicial cuando proponen al gobierno español que determine el sentido de las resoluciones judiciales. Que desprecian la ley cuando la incumplen reiteradamente, como desprecian a las fuerzas de seguridad cuando las convierten en ejecutor de sus caprichos. Que desprecian la democracia con referéndums sin garantía alguna y desprecian la educación con el adoctrinamiento y uso de los niños. Que desprecian a la oposición y por ende a los catalanes por estos representados, cuando se les impide hablar en el parlamento. ¿Qué esperar de quienes desprecian la voluntad de la mayoría no independentista de catalanes?.
Gritan libertad los alcaldes y políticos independentistas. Estos dictadores de tractor son los mismos que niegan la libertad a quienes no opinan como ellos. ¿Qué restricciones de libertad han sufrido estos alcaldes?. ¿Pueden decir que no disfrutan de libertad quienes han votado una DUI incumpliendo la ley sin que nadie se lo impidiera?. ¿Por qué no han propuesto elecciones autonómicas legales para que los ciudadanos se manifiesten libremente?. El delirio de unos pocos debe tener unas consecuencias contundentes, es hora de aplicar la ley con rigor.
La Vicepresidente del Gobierno decía hace unas semanas que el Sr. Puigdemont llevaba mucho tiempo fuera de la ley, y nadie entiende como no se le ha aplicado esa ley que la abogada del estado debe conocer perfectamente.
Los gobernantes catalanes son lo peor que ha dado el régimen constitucional del 78. Son ellos los culpables de lo que sucede en Cataluña. Los políticos que dividen a los ciudadanos son un peligro social pues deberían velar por lo contrario, ya que para buscar diferencias los ciudadanos no necesitamos ayuda. Pero no sólo ellos son culpables, hay culpables por omisión, que llevan sirviéndose del nacionalismo los últimos 40 años, una omisión que también es delito.
Vivimos momentos de profunda tristeza en España, un país que ha experimentado un progreso económico y social extraordinario de la mano de la Constitución que los independentistas, con la ayuda de Podemos, han tratado de destruir el 27 de octubre de 2017.
Con esta es ya la quinta vez que Cataluña declara unilateralmente su independencia. Las cuatro anteriores (1641, 1873, 1931 y 1934) todas fallidas. A esto se le llama vicio y es evidente que la generosidad con la que se ha tratado a los nacionalismos regionalistas españoles, no ha aportado nada bueno.
La deriva totalitaria de Cataluña es evidente, sólo hay que repasar las peticiones para la negociación realizadas por el Presidente de la Generalitat, cuando exigía inmunidad política, inmunidad judicial o excarcelaciones. Sólo puede plantearlas quien se sabe capaz de hacer lo mismo, es decir de anular la separación de poderes.
Ninguna libertad puede esperar el disidente de quien ignora la opinión mayoritaria de catalanes, quien adoctrina en las escuelas y usa a los niños en manifestaciones, quien violenta las instituciones para hacer cumplir sus deseos, quien somete a las fuerzas de seguridad a sus antojos, quien persigue a quien no rotula en catalán o impide la escolarizaciones de sus hijos en español.
Lamento la situación en la que quedan la mayoría de catalanes, rehenes de unos políticos insensatos, de los que huirán los que puedan, y quienes no, esperarán a que se aplique la ley para que vuelvan a ser libres del capricho de unos pocos.
Ningún otro país europeo habría tolerado una declaración unilateral de independencia. Es inadmisible la tibieza, incluso la comprensión con los separatistas, de miembros de la Comisión y el Parlamento Europeo. Es el momento de la Ley, sin miedo y sin reparos. Y es el momento de la fuerza, si fuera necesario, pues ley sin imposición no es ley, es deseo.