«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El Decálogo AntiModernista de la Escuela de Salamanca

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Temed más a los que matan el alma que a los que matan el cuerpo, pues es más temible el fuego eterno del Infierno que el hierro candente de la espada y toda ruina material.

Este principio espiritual que nos enseñó Nuestro Señor Jesucristo para guía de la conducta moral fue, es y será lumbre de toda la grey cristiana, inspiradora del celo misionero, insignia de la intolerancia inquisitorial, directriz de las leyes de las repúblicas católicas, y movimiento de la pluma de los doctores catequéticos.

Sin este principio no se entiende el Tribunal del Santo Oficio creado por el Papa Gregorio IX, ni la condena de los derechos modernos de conciencia, religión y expresión por parte de León Pontífice XIII, y tampoco la extensión del Evangelio por el orbe entero gracias al apostolado de miles de religiosos, la salvaguarda de piadosos reyes cristia

nos, y la oración paciente y continua de fieles creyentes en el Rey coronado de espinas. Por eso, los modernos, ufanos en el materialismo y el relativismo, a través de los que construyen los pilares sociales y políticos del liberalismo y el marxismo, del capitalismo y el socialismo, son incapaces de entender a personajes de ilustre memoria como Torquemada o la reina Católica que encarnaron este santo principio. Ellos temen más a una bajada del PIB o a la desigualdad de rentas que a aquellos personajillos televisivos y cinematográficos que, sirviéndose del humor o la provocación sexual, tratan de corromper a las criaturas de Dios, temen más una subida de impuestos que al médico que quita vidas abortándolas en el vientre materno en lugar de salvarlas, a la par que todos los partidos políticos del arco parlamentario de la democracia liberal proclaman con total libertinaje en medios de comunicación su derecho de hacerlo, temen más a un recorte de reparto de dividendos del mamotreto multinacional de turno que a la condena divina tras la muerte por practicar las usuras y defraudar el salario justo al obrero, temen más al musulmán que se inmola como consecuencia de seguir a un falso dios, que al líder de opinión progresista incitando a la construcción de mezquitas en suelo patrio como pauta sana para ejercitar un pluralismo supuestamente virtuoso. Ellos temen mal, mas nosotros temamos bien. Temamos a ese modernismo, conjunto de todas las herejías en célebre sentencia del Papa San Pío X, y temamos contagiarnos con su lodo de principios erróneos y diabólicos. Temamos, y por temor protejámonos de aquella peste. Y protejámonos con las enseñanzas eternas de nuestros sabios mayores, gracias a los cuales Hispania fue Luz de Trento y Martillo de Herejes a la vez que evangelizadora de la mitad de la tierra. Ellos son los doctores de la Escuela de Salamanca, y a continuación les presento un decálogo de sus enseñanzas elaborado por un servidor, que les lleva estudiando durante años con amor y pasión, con el fin protegernos de ese modernismo que mata el alma a base de corrupción mientras anuncia la -falsa- paz del cuerpo…

 

A la mentira, Verdad; al mal, Bien; al vicio, Virtud; al modernismo liberal, Escuela de Salamanca, Escuela Hispana.

  

Publicado en la Revista Ahora Información. Primer número de 2016.

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