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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Las mejores cinco canciones de Allen Toussaint, quien cantó hasta morir

Pocos artistas han impactado la historia musical de Nueva Orleans como Allen Toussaint, quien dejó huella en la música soul, rythm & blues, funk y rock. Este lunes dio su último concierto, fue en Madrid donde mostró elegancia y consistencia enfundada en lentejuelas -y sandalias con medias blancas-, y mucha pasión. El alma le salía por la boca, con más fuerza que su propia voz, y se completaba con la calidad del sonido que producían sus dedos al oprimir cada mármol del piano que lo recibió en la ciudad española.
 
Los minutos pasaron con entrega para él, con precisión para sus acompañantes. Y al bajar de la tarima, luego de las sonrisas y las fotos, de las emociones y los aplausos, cayó desplomado camino al hotel. Se paró la música, primero que su corazón.
 
El mejor trabajo de estudio de este hombre que ingresó al Salón de la Fama del Rock en 1998 se grabó en la llamada era dorada del sonido de Nueva Orleans, cuando prestó su talento para éxitos como «Ooh Poo Pah Do» de Jessie Hill y «Ya Ya» de Lee Dorsey.
 
Pero eso nunca fue suficiente. Las paredes isonorizadas de una cabina no podrían contener a aquél monstruo de la música rítmica que fue fundamental en el desarrollo del sonido funk. Estas son cinco de sus piezas propias más emblemáticas, y cinco más escritas para terceros, las que lo confirman como un potentado de la cultura global, un infaltable, una leyenda y, ahora más que nunca, una gran pérdida.


Southern Nights
Esta pieza formó parte del álbum homónimo publicado en 1975, con su entrada de piano que retrata la vida nocturna de Louisiana para luego dejarse cautivar por líricas psicodélicas. Fue la pieza clave de un álbum que se paseaba por distintas identidades musicales, como aquella definición de «música Americana cósmica» esbozada por Gram Parsons.





Here Come the Girls
Quizá la única pieza que toma un redoblante de ritmo militar y lo convierte en algo bailable. Toussaint escribió y produjo esta canción para Ernie K-Doe, un colega de la escena de Nueva Orleans, en 1970, nueve años después de darle la pieza que fue su gran éxito comercial, «Mother-in-Law». El gancho de la pieza es el trabajo de trompeta que se repite sobre sí mismo sobre una base musical perfecta y una línea de bajo contundente.

 


Fortune Teller
Una de las piezas compuesta bajo pseudónimo, que demostraba la humildad de este autor que nunca tomó crédito por el éxito de quienes asumían sus canciones y se convertían en éxitos. Esta canción fue originalmente grabada por Benny Spellman cuando Toussaint era productor en Minit Records y firmó la partitura como Naomi Neville. El tema se hizo exitoso con los Rolling Stones y se convirtió en un estándar con The WhoThe Hollies y otros tantos, hasta llegar incluso al álbum reciente de Robert Plant con Allison Kraus. Décadas después, él mismo la tomó para incorporarla a sus conciertos, y hacerla suya por primera vez.

 


Ruler of my Heart
Entre las mejores colaboraciones musicales de Toussaint estuvo la larga relación profesional con Irma Thomas, quien grabó esta pieza que se convirtió en un estándar del cancionero de Nueva Orleans. Escrita en 1963 bajo el pseudónimo Naomi Neville, se la jugó con el minimalismo -frente a otras composiciones cargadas de instrumentación- y se soportó en la interpretación vocal contenida de la mujer (fue luego versionada por Otis Redding como «Pain in my heart»). Fue pieza clave en su paso de compositor a pianista ejecutante a productor.

 


Victims of the Darkness
Canción repleta de ritmos y con un arreglo de metales sensual pero siempre funk. Forma parte de su emblemático álbum Life, Love and Faith. Su base rítmica pudo haber servido de inspiración para la pieza «Stepping to the bad side», de la película musical Dreamgirls.
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