Ni siquiera países desarrollados como Estados Unidos o Canadá se libran del mal de la prostitución infantil; no en vano, allí unas 100.000 mujeres sufren sus letales efectos.
Si un grupo de amigos reunidos en torno a unas jarras de cerveza decidiese conversar sobre los males que afligen al mundo hodierno, probablemente no mencionarían la prostitución infantil. Sin embargo, lo cierto es que esta lacra afecta a más de 223 millones niños y niñas por todo el mundo; niños y niñas cuya dignidad es pisoteada y cuya inocencia es hurtada.
Diferentes informes de Naciones Unidas destacan a Argentina, Cuba, Chile, Cuba o Sri Lanka como países con un mayor índice de explotación sexual de menores. Son sangrantes también los casos de Tailandia, donde 80.000 menores son forzados a prostituirse cada día, e Indonesia, donde el 20% de las mujeres explotadas sexualmente son menores de edad. Ni siquiera países desarrollados como Estados Unidos o Canadá se libran de este mal; no en vano, allí unas 100.000 mujeres sufren sus letales efectos.
Las causas que alimentan esta lacra son diversas. En cualquier caso, estriban principalmente en la pobreza (niños que viven en la calle y ven en la venta de su cuerpo la única salida), en la desestructuración familiar (familias rotas u orfandad), en el tráfico de menores, en la falta de oportunidades…
La respuesta de los salesianos en Sierra Leona
Quizá uno de los países más afectados, en proporción, por la prostitución infantil sea Sierra Leona, en el que la pobreza constituye norma general (más aún después de la guerra civil, que se prolongó durante once años hasta 2002): el 52,3% de la población subsiste con menos de dos dólares al día. En este sentido, está en la cola de todos los indicadores económicos, sociales, educativos y sanitarios que se elaboran a nivel mundial.
Contra la cruel realidad de la prostitución infantil se han sublevado los misioneros salesianos presentes en Freetown (la capital de Sierra Leona). Así, en septiembre de 2016, acuciados por la existencia de más de 800 menores en situación de prostitución en esa ciudad, crearon el programa ‘Girls OS +’, que está dirigido a chicas entre los nueve y diecisiete años.
El principal propósito de este programa, que tiene en el centro Don Bosco Fambul su centro de operaciones, es librar a las niñas de las ataduras de la prostitución. Para lograrlo, los salesianos buscan un hogar en el que aquéllas puedan quedarse, se afanan en reintegrarlas a sus familias, les brindan la posibilidad de someterse a tratamientos tanto médicos como psicológicos, las reintroducen en la escuela (a las más jóvenes) y les enseñan un oficio (a las de edad superior a los quince años). ‘La propuesta de don Bosco es ofrecerles un hogar donde se sientan acogidas y no juzgadas. Las ayudamos a cumplir sus sueños’, asegura el P. Jorge Crisafulli, director del centro Don Bosco Fambul.
Amor y educación
La prostitución es un oficio indeseable para cualquier persona, pero más para un niño. Le hurta irrevocablemente su inocencia y pisotea, con saña, su dignidad. En este sentido se pronuncia precisamente el director de don Bosco Fambul: ‘Son niñas que se ven obligadas actuar como adultas, haciendo algo que no les corresponde. Por mucho que estén sometidas a la prostitución, piensan como niñas, sienten como niñas y obran como niñas’.
Por eso, la única salida para ellas, que están acostumbradas a que la sociedad las trate como objeto de usar y tirar, es el encuentro con una persona que las mire con ojos limpios y les diga lo mismo que les dice el P. Crisafulli: ‘Eres una pieza maravillosa que ha salido de las manos de Dios. Eres una obra de arte’.
Es precisamente este sublime encuentro de amor el que concede a las niñas una vida nueva y les hace recuperar algo tan valioso como la fe en la bondad y la belleza de la humanidad: ‘Descubren que no todos los hombres son malos; que hay algunos que, con amor generoso, desean su bien (…) Recuperando su dignidad, recuperan esa alegría optimista que nace desde dentro’.
Sin embargo, en una sociedad como la sierraleonesa, en la que la crueldad y la injusticia son sistémicas, el amor no basta para escapar de las afiladas garras de la opresión. También es necesaria la educación, y en ella se centran los misioneros salesianos: o bien reintroducen a las niñas en el sistema escolar, o bien les enseñan un oficio digno al que puedan dedicarse.
Un documental que retrata la cruda realidad
El documental Love, que ha sido presentado en sociedad esta semana, retrata con poético vigor la labor del P. Jorge Crisafulli y los demás salesianos en la capital de Sierra Leona. Un retrato dibujado a través de Aminata, que es una adolescente – real – abocada por la pobreza a la prostitución y posteriormente salvada por la redentora acción de los misioneros salesianos. Ellos le brindan a Aminata un amor generoso, un amor que abraza su pasado sin juzgarlo y que le ofrece la oportunidad de empezar de nuevo.
En el emotivo corto, dirigido con maestría por Raúl de la Fuente, se muestra también el turbio ambiente que envuelve las actividades de los proxenetas y la indignante injusticia del Estado sierraleonés: la policía, que es la que debería ayudar a las niñas que padecen los abusos, es en muchas ocasiones la primera que las somete y las veja.
A pesar de esto, el documental transmite una suerte de inextricable esperanza que encuentra su origen en la certeza de que, con la ayuda de otro, se puede escapar hasta de las más crueles y opresivas situaciones.