El que fuera primer ministro de Italia y presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, ha lanzado duras críticas contra la gestión de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en un momento clave para la Unión Europea. En medio de una crisis geopolítica y económica sin precedentes, Draghi ha señalado que la falta de liderazgo y la falta de una visión estratégica clara están poniendo en peligro el futuro de Europa.
Draghi no ha escatimado en su diagnóstico: Europa está perdiendo competitividad frente a potencias como Estados Unidos y China. Según un informe reciente sobre la competitividad europea, la brecha en productividad y crecimiento entre la UE y Estados Unidos ha crecido dramáticamente en las últimas dos décadas. Desde 2000, el PIB per cápita en Europa ha crecido mucho menos que el de Estados Unidos, donde el crecimiento de los ingresos disponibles ha sido casi el doble que en la UE. En cifras, mientras que la diferencia en términos de PIB per cápita era del 15% en 2002, esta ha aumentado al 30% en 2023.
La principal causa de esta brecha es la productividad. Draghi ha señalado que el retraso de Europa en la adopción de tecnologías clave, como la inteligencia artificial y la digitalización, es la razón principal por la que la productividad europea es inferior a la estadounidense. Europa ha quedado atrapada en lo que los expertos llaman la «trampa de las tecnologías intermedias», en la que su sector industrial se especializa en tecnologías ya maduras mientras que las innovaciones disruptivas ocurren en Estados Unidos y China.
En su análisis, Draghi también ha criticado la estrategia de descarbonización de la Comisión Europea, una de las prioridades de Von der Leyen. Aunque el objetivo de alcanzar la neutralidad de carbono para 2050 es ambicioso, Draghi ha sostenido que la aplicación de la medida está perjudicando gravemente a las industrias europeas.
Según los datos, las empresas europeas enfrentan costos energéticos mucho más altos que sus competidores. Las empresas en la UE pagan entre dos y tres veces más por la electricidad que las estadounidenses, y hasta cinco veces más por el gas. A pesar de la disminución de los precios de la energía desde su pico en 2022, la volatilidad sigue afectando a las inversiones en sectores intensivos en energía como el químico y el automotriz, lo que pone en riesgo la capacidad de Europa para mantener su liderazgo industrial.
Además, la transición hacia tecnologías limpias está costando miles de millones. Sólo en los sectores más intensivos en energía, como los metales básicos y los productos químicos, se necesitarán 500.000 millones de euros en inversiones durante los próximos 15 años para cumplir con los objetivos de descarbonización. Draghi ha cuestionado si la Comisión ha proporcionado suficiente apoyo a estas industrias para que puedan realizar esa transición sin perder competitividad frente a otras potencias.
Uno de los temas más críticos para Draghi es la creciente dependencia de Europa de actores externos, especialmente en áreas clave como la tecnología y las materias primas. Europa depende en gran medida de las importaciones de componentes tecnológicos de Asia y de recursos naturales críticos como los minerales necesarios para la producción de baterías. Esta dependencia deja a la UE vulnerable frente a tensiones geopolíticas, como las crecientes tensiones con China.
La falta de una estrategia industrial coherente, según Draghi, ha permitido que China gane terreno en sectores estratégicos. Un ejemplo claro es el de las tecnologías limpias. Aunque Europa ha sido líder en innovación en este campo, su capacidad para mantener ese liderazgo está en peligro. Mientras que entre 2015 y 2019 Europa representaba el 65% de la inversión mundial en tecnologías como el hidrógeno, esta participación se ha reducido a un 10% en el periodo 2020-2022.
Draghi también ha criticado duramente la fragmentación burocrática de la Unión Europea, que según él está obstaculizando el progreso y la capacidad de reacción de Europa ante las crisis. Actualmente, las decisiones legislativas en la UE tardan un promedio de 19 meses en aprobarse, un tiempo que, en un mundo cada vez más dinámico y competitivo, resulta inaceptable.
Además, la regulación excesiva está asfixiando a las pequeñas y medianas empresas, que son el motor de la innovación en muchos sectores. El 60% de las empresas europeas ven las normativas como un obstáculo para la inversión, mientras que más del 55% de las PYMEs señalan que las cargas administrativas son su mayor desafío.
El análisis de Draghi no es sólo un ataque a la gestión de von der Leyen, sino una advertencia seria sobre el futuro de Europa. Si la Unión Europea no toma medidas rápidas y decisivas, corre el riesgo de quedarse rezagada en un mundo cada vez más dominado por Estados Unidos y China.
Draghi ha instado a Europa a repensar su estrategia industrial y comercial, a reducir su dependencia de actores externos y a actuar de manera más cohesionada. «No podemos permitirnos seguir atrapados en la burocracia y en los errores de planificación», ha advertido Draghi. «Europa necesita una nueva visión, o de lo contrario, perderemos la batalla por la competitividad global».