La inflación y el paro real, medio millón más de lo que dice el Gobierno, siguen siendo los grandes lastres de la economía española. El PIB ha crecido un 0,5% en el primer trimestre, 0,3 décimas más que lo que lo ha hecho en la Unión Europea, pero con un problema importante: el país lleva dos trimestres seguidos con el consumo en caída. El crecimiento es, sin duda, gracias a las exportaciones de bienes y servicios.

Mientras, la deuda es un auténtico coladero para pagar los desmanes de un Gobierno acabado y sin ideas de lo que quiere para España —salvo gastar para comprar votos de jóvenes y de jubilados—. En general, todo en la economía va a peor. Está cayendo el consumo de productos frescos en las familias españolas debido a los precios de los alimentos, que siguen superado los dos dígitos.

La inflación es el peor impuesto que hay para los jóvenes, los pensionistas y las familias con ingresos bajos, es decir, para la clase media y trabajadora, que es a la que más le afecta las subidas de precios. La inflación armonizada (IPCA), la que utiliza la Unión Europea para disponer de una medida única de control igual para todos los países miembros, se fue en abril al 3,8% (0,7 más). Mientras en la UE se empieza a controlar (seis bajadas consecutivas), España se consolida como caso atípico, pues encadena subidas y bajadas de la inflación forma descontrolada.

El incremento de siete décimas de la inflación armonizada nos ha colocado en abril como el segundo país con el mayor repunte de toda la UE.

El país que peor lo ha hecho en abril fue Países Bajos, que sufrió una subida de 1,3 puntos, seguido de España (0,7 puntos), Italia (+0,6), Austria (+0,3) y Francia (+0,2). Los que mejor se comportaron —con bajadas muy importantes— fueron Estonia (-2,4) y Letonia, Chequia y Chipre, consiguiendo los tres bajar 2,2 puntos.