Es la nueva ocurrencia de los socialistas esta semana. La vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo, ha pedido este miércoles que el Congreso de los Diputados acorte su nombre y pase a llamarse solo “Congreso” para evitar la «exclusión» de las diputadas.
El argumento de Calvo es que esta iniciativa equipararía la denominación del Congreso a la del Senado que solo es una palabra.
“Si dicen vicepresidente yo no me siento aludida”, ha comentado y ha añadido que la mujeres tienen derecho a que “el texto de nuestra Constitución, nos llame por nuestro género: presidentas, ministras y diputadas”.
Un «derecho» sobre el que ya se pronunció la RAE, la máxima institución de nuestra lengua, y sobre la que se pronunció en contra. En ese caso, relativo a cambiar la Constitución al «lenguaje inclusivo».
Lo peor es que esta idea no ha nacido de las mentes pensantes del PSOE. En realidad, la dirigente socialista se ha hecho eco de una carta enviada este lunes por Ana Caballé, Premio Nacional de Historia, a la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, sugiriendo el cambio de denominación de la institución.
“Apoyo totalmente esta iniciativa porque las mujeres de este país tenemos derecho a que el lenguaje evolucione y nos reconozca”, ha afirmado.
