La victoria electoral de Ciudadanos queda en nada ante la debacle del PP y el estancamiento del PSC
Ha sido el partido más votado y el que más escaños ha obtenido en el Parlamento de Cataluña. Se ha convertido en la primera fuerza política no nacionalista que ha ganado unas elecciones autonómicas en esa región. También gana en dos circunscripciones -Barcelona y Tarragona- y ha subido casi ocho puntos porcentuales con respecto a las elecciones de 2015. Pero no va a servir de nada. El separatismo suma suficientes escaños como para formar una nueva coalición de Gobierno en esa región.
La dura campaña electoral que ha protagonizado Inés Arrimadas, candidata de la formación naranja, ha dado sus frutos y ha conseguido convertirse en la primera fuerza política. Pero el resto de formaciones no separatistas no han cumplido con las expectativas y la hecatombe del PP sumada a la modestísima subida del PSC han convertido a Ciudadanos en el auténtico perdedor de esta jornada electoral.
No solamente eso. También se ha convertido en la principal víctima del sorayismo y de la no-aplicación del artículo 155 de la Constitución. La líder de Ciudadanos se ha tenido que enfrentar al odio de un sector de catalanes que le ha insultado por la calle y en las redes sociales. Ha tenido en contra a los medios públicos catalanes -TV3 y Cataluña Radio- a los que se ha permitido que sigan adoctrinando y manipulando durante estos casi dos meses de aplicación del 155. Lo ha aguantado y ha salid vencedora.
Arrimadas participó en un debate televisado en el que discutieron los siete candidatos a la presidencia autonómica. Aquella noche tuvo que soportar el ataque de los otros seis candidatos y salió vencedora. No se puede negar que han hecho la campaña que les correspondía, pero no ha sido suficiente.
Ahora, cuando la pinza PP-PSOE para Cataluña se ha mostrado ineficaz, se ha visto el resultado. La primera vez que se podía arrebatar la presidencia autonómica de las garras del adoctrinamiento separatista, la única persona que podía haberlo hecho se queda en el camino porque quienes debían secundar su proyecto no han estado a la altura.
Uno de cada cuatro catalanes ha votado por Ciudadanos, ha votado por Arrimadas. No está nada mal si pensamos que el voto se repartía entre siete candidaturas y si tenemos en cuenta que en las anteriores elecciones sacó menos del 18%. Ahora, con mśa del 25% y la presidencia regional a las puertas, no lográ el objetivo porque ha habido otros dos partidos -PSOE y PP- que se han repartido el Gobierno de España en los últimos 35 años y se han dedicado a alimentar a la bestia separatista.
Por lo menos, se ha llevado dos cosas claras: se ha convertido en el referente político de todos los catalanes que se niegan a sucumbir al separatismo y ha conseguido poner en de manifiesto que no se puede ceder a las exigencias de quienes no dudarán en desafiar la legalidad hasta llegar a intentar romper España.
Ha demostrado que se debe hacer oposición hablando en español, no en catalán en la cámara de representantes. Que se pude hablar de España sin complejos y que se debe mantener un criterio fijo para que cale en la sociedad. Y sobre todo, ha dejado claro que solamente se puede ganar unas elecciones autonómicas en Cataluña mostrándose abiertamente partidarios de que se defiende la unidad de España.
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