Los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea (UE) iniciaron este viernes su segundo día de cumbre extraordinaria para abordar los retos del mercado interior, la digitalización o la estrategia industrial en el contexto de recuperación económica tras la pandemia.
«Vamos a ver cómo reforzar la soberanía digital de los Estados miembros. La UE puede jugar más firmemente como una unidad en el mapa, combinar fuerzas para influir positivamente en todo el mundo», indicó a la prensa a su llegada a la reunión el primer ministro letón, Krisjanis Karins.
Esta segunda jornada de cumbre se centrará en una discusión con vistas a futuro sobre el camino que debe seguir el bloque comunitario para asegurar su resiliencia en un contexto de recuperación económica tras la crisis del coronavirus, en el que se planteará el refuerzo de la llamada «autonomía estratégica».
Esto podría implicar reducir la dependencia de otras potencias en sectores clave, como el farmacéutico, o ser más asertivos a la hora de proyectar los valores europeos en el mundo.
Además, está previsto que los líderes revisen brevemente la situación de las negociaciones de un acuerdo con el Reino Unido sobre su futura relación con la UE tras el Brexit, cuando precisamente concluye hoy en Bruselas la última ronda programada de trabajos entre las dos partes, marcadas hasta ahora por la falta de avances.
Este jueves, la Comisión Europea abrió un proceso de infracción contra el Reino Unido, sujeto a la normativa europea durante el vigente período de transición, por no haber retirado antes de finales de septiembre el proyecto de ley que viola el acuerdo de base sobre la retirada británica de la UE.
En la primera jornada de la cumbre, los líderes lograron desactivar el bloqueo que Chipre imponía a un paquete de sanciones contra Bielorrusia por fraude electoral y represión de la población si no se sancionaba también a Turquía por sus prospecciones de hidrocarburos en aguas que la isla considera en su zona económica exclusiva.
Finalmente, tras nueve horas de reunión, se acordó imponer las sanciones a Bielorrusia y elevar el tono con Ankara, aunque sin recurrir a medidas restrictivas.
