«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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DEL RESCATE A LA SEXTA, ESTOS LODOS

El perverso panorama televisivo 

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, concede una entrevista a TVE. Europa Press

Quien enciende la televisión en España abre la puerta a un catálogo infinito de lobotomías de distinto grado. Algunas son ridículas por zafias y evidentes, otras no tanto. Estas últimas, diseñadas desde el entretenimiento, resultan de una sutil eficacia de penetración mental para quien no esté entrenado en descifrar el lenguaje terrorista. Pongamos a Netflix como ejemplo. A la innumerable lista de contenidos destinados a manipular al espectador con la ideología cool (salida de mayo del 68 y dirigida a atentar contra los problemas reales de los ciudadanos) la plataforma de Silicon Valley, capital del wokismo, trata de aplicar un sesgo anterior al del contenido en sí mismo. Aquel destinado a teledirigirle nada más llegar: el sesgo algorítmico. Tras un par de minutos de búsqueda infructuosa, emergerá en su pantalla la opción «aleatorio» que le propondrá decidir por usted. Si pulsa esa preferencia, tenga por seguro que no le saldrá la última de Clint Eastwood ni el documental «España, la primera Globalización».

Pero, al margen de las intenciones globalistas que amenazan también a los telespectadores del resto del planeta, ¿cómo hemos llegado a esta situación en España? Para entender el duopolio televisivo es necesario hablar de la figura de Mauricio Casals, presidente del Grupo La Razón y protagonista de espeluznantes conversaciones grabadas por su amigo Villarejo en las que se jacta de destruir a políticos, atemorizar al poder o encargar execrables cometidos a Ferreras.

Hagamos como Eastwood en su prolífica faceta como director y planteemos una estructura narrativa clásica; empecemos por el principio. La decisión de suprimir la publicidad de RTVE, condenando al desastre el modelo de la radio televisión pública en beneficio de las privadas, fue obra del príncipe de las tinieblas. Casals acudió a la Moncloa de ZP y presentó el plan a María Teresa Fernández de la Vega. Se trataba de disparar los ingresos de las televisiones privadas a costa de aniquilar a la pública, al tiempo que el Gobierno se garantizaba también el control editorial del grupo de Casals.  

Así pues, en el mes de mayo de 2009, concretamente el día 8, se sientan las bases sobre las que se construiría posteriormente el modelo del duopolio. El Gobierno de Zapatero aprueba en Consejo de Ministros el anteproyecto de ley de financiación de RTVE, que renunciaba a la inclusión de publicidad y preveía aportaciones del Estado. Entrada en vigor la ley, RTVE se financiaría mayoritariamente expoliando el bolsillo de los contribuyentes, a través de la financiación pública de Moncloa. 

​Un año después de eliminar la publicidad en TVE, en 2010, aún con el gobierno de Zapatero, Cuatro es absorbida por Telecinco. La consecuencia inmediata de la absorción de Cuatro fue que Prisa abandonó el negocio de la televisión en abierto en España (que había sido una de las líneas más importantes de su estrategia multimedia, aunque tuviese a cambio el 18,041% del nuevo grupo, pero en minoría respecto a Mediaset.) En este sentido, el acuerdo entre Mediaset y Prisa para la venta del capital de Cuatro (firmado el 18 de diciembre de 2009) tuvo la misma repercusión que la absorción en 2012 de Atresmedia sobre laSexta: acaparar audiencia y mercados de una manera inaudita.

En 2012, ya con Rajoy en la Presidencia del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría recibe el encargo de mantener relaciones con un “insistente y peligroso” Mauricio Casals que ya por entonces fanfarroneaba de su vinculación con el comisario de policía Villarejo. Casals, que en muchos casos actuaba como un gran pequeño Nicolás, trataba de mantener una estrecha relación con Santamaría como mantuvo con su antecesora, De la Vega. Lo consiguió infundiendo miedo y pavoneándose de sus “amistades con criminales”. Fruto de ello se produce el rescate del Gobierno de Rajoy a La Sexta (que se encontraba en bancarrota) permitiendo su fusión con Antena 3 y configurándose así un nuevo mapa audiovisual en España que terminaría desembocando en lo que en realidad funciona como un monopolio de dos grandes plataformas televisivas: MediasetEspaña y Atresmedia. Los argumentos de Casals frente a la vicepresidenta del Gobierno para sostener la importancia de salvar a La Sexta se centraban en dividir el voto de la izquierda. De ahí la necesidad de que, tras la fusión, se mantuviera y hasta se potenciara el sectarismo radical antiespañol que hasta entonces había caracterizado a la cadena. De este modo Soraya Sáenz de Santamaría convence al presidente Rajoy de la “conveniencia estratégica” de salvar a La Sexta y consumar la operación.

Su adhesión estuvo cargada de polémica y tuvo como consecuencia una respuesta excepcional por parte del Consejo de Ministros para su validación definitiva. Según la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia, los propietarios de La Sexta podrían haber buscado otros compradores o haber llegado a acuerdos con nuevos socios. Las autoridades de la competencia observaron además que, de llevarse a cabo esta operación, el mapa audiovisual español cambiaría sustancialmente. Cuando se aprobó la absorción de Cuatro por Telecinco se pasó de cuatro grandes operadores privados en abierto a tan sólo tres, y ahora se pasaría de tres operadores a tan sólo dos: una situación de duopolio, dado que TVE competía por la audiencia pero no por la publicidad. Las autoridades de la competencia decidieron por tanto emitir un informe final con una serie de duros condicionantes que la nueva plataforma debía cumplir para autorizar la operación, sobre todo en el aspecto publicitario. Unas condiciones más severas que las impuestas a Telecinco, puesto que la situación ahora era más grave, dados los mayores riesgos para el mantenimiento de una competencia efectiva. Finalmente, Planeta y sus socios recurrieron al Ejecutivo. 

El Gobierno tenía la potestad de tomar una decisión que modificase los condicionantes que afectaban a esta concentración y así se hizo. La decisión muy excepcional del Consejo de Ministros de corregir a la CNMC fue justificada “en defensa del interés general y con el argumento de que la necesidad de acelerar el traslado de los canales debido al dividendo digital aconsejaba que hubiera entidades de determinado tamaño”.

De este modo, ignorando las advertencias de las autoridades competentes, Sánchez se convirtió en obra de Rajoy. El segundo lanzó mediáticamente al primero y a su posterior socio de Gobierno, Pablo Iglesias. Tiempo después ambos le expulsarían de Moncloa vía moción de censura. La operación de rescate a La Sexta resultó patética para sus intereses y nefasta para los de España. De aquellos polvos, estos lodos.   

“Estoy furioso y no pienso soportarlo más”. Howard Beale 

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