El obispo de Ávila y presidente de la Fundación Las Edades del Hombre, José María Gil Tamayo, lamenta la «desunión» de la clase política frente al «enemigo común» del coronavirus, que él mismo trata de superar desde su casa, tras permanecer ingresado un mes.
Desde que el pasado 20 de marzo fuera trasladado al Hospital Nuestra Señora de Sonsoles, de Ávila, Gil Tamayo (Zalamea de la Serena -Badajoz-, 1957) ha perdido diez kilos y, aunque todavía se encuentra fatigado, asegura sentirse «cada día mejor», según relata en esta entrevista concedida a Efe, en la que agradece la labor del personal sanitario.
Desde su convalecencia en casa, el que fuera también secretario general de la conferencia Episcopal Española entre 2013 y 2018 reconoce que le «duele» ver, después de haber vivido esta situación, cómo la clase política está «enzarzada y en desunión», frente al «enemigo común» que «está dejando tanto sufrimiento».
Junto al drama humano, el prelado advierte sobre el horizonte que se avecina y en el que los indicadores económicos y sociales hablan de una «crisis», mientras «estamos entretenidos en imposiciones ideológicas, en réditos electorales o partidistas».
Su reflexión es clara: «Esta crisis nos enseña que, o estamos unidos, o vivimos esa globalización de la solidaridad, o nuestro mundo va a entrar en una situación muy difícil, en la que los pobres y los países más desfavorecidos van a sufrir más».
Desde el punto de vista humano, José María Gil Tamayo, que aún no ha recibido el alta médica, continúa con su «recuperación» desde su casa, donde sigue las indicaciones de los médicos, que le dicen que tenga «paciencia» porque «esto va a costar».
Gil Tamayo afirma haber sentido «una gran confianza y paz» durante su ingreso a lo largo de un mes en el hospital que fue «un tiempo «de soledad, de pensar y de rezar», en una situación que hace pasar su «propia vida».
«Mi preocupación era pensar en qué situación quedaba mi madre si a mí me pasaba algo», reflexiona José María Gil Tamayo, que lleva en torno a un año y medio al frente de una Diócesis que optó por el cierre de todos los templos durante el periodo de confinamiento, a diferencia de otras en las que no fue adoptada esta medida.
En este sentido, explica que en la decisión pesó, tanto el envejecimiento de los sacerdotes, como el de los fieles, así como el hecho de ser una «provincia limítrofe» con Madrid, en la que existe «un porcentaje grande de segundas viviendas, sobre todo en determinadas zonas», lo que a su juicio «hacía especialmente necesaria la medida».
En su condición de presidente de la Fundación las Edades del Hombre, considera que «todavía queda tiempo» para la próxima edición, en 2021, después de que esta muestra de arte sacro haya pasado a ser bienal.
«Tenemos que ir acompasados con los tiempos y no dejar esos retos que tenemos a nivel social y económico», argumenta Gil Tamayo, quien subraya que Las Edades del Hombre es «un aporte de riqueza en un ámbito que es la exposición y la revalorización de los grandes tesoros artísticos y culturales en el ámbito religioso».