El asesinato en Alicante del expiloto ruso Maksim Kuzminov, que desertó del frente en un helicóptero Mi-8, ha generado mucha controversia. En medio de especulaciones sobre su muerte, que muchos achacan a los servicios secretos rusos, muchos se preguntan cómo es posible que potencias extranjeras operen en España con semejante impunidad.
El cadáver del joven piloto ruso, que fue hallado en Alicante, presentaba disparos en la cabeza y en el pecho. Son muchos los que apuntan la autoría profesional del asesinato, que habría sido ejecutado por un sicario. A la brutalidad del asesinato se suma, sin embargo, lo escandaloso de la violación de la soberanía española: sicarios extranjeros operan en una España sumida en el descontrol.
La impunidad de los asesinos del opositor ruso y la tibieza con la que el Gobierno de Pedro Sánchez ha actuado han hecho saltar las alarmas. Mientras el Ejecutivo de coalición mira para otro lado tras el asesinato político de un opositor, mientras todas las pruebas apuntan a la injerencia extranjera, el resto de países de nuestro entorno han actuado frontalmente para proteger su soberanía.
Algunos ejemplos de la firmeza frente a asesinatos políticos los encontramos en Reino Unido, Canadá o Turquía. Casos que contrastan con la tibieza de Pedro Sánchez, reunido en Marruecos con el Rey Mohamed VI. Con el asesinato del exespía ruso Alexander Litvinenko, por ejemplo, el Gobierno británico inició una crisis entre Londres y Moscú. Ante un asesinato ejecutado por agentes extranjeros en suelo británico, Reino Unido actuó firmemente expulsando a diplomáticos rusos.
La contundencia de los británicos deja ahora en evidencia al Gobierno de España, que apenas ha mostrado preocupación por el asesinato de este joven opositor ruso. Reino Unido entonces llegó a reclamar la extradición del exagente secreto Andrei Lugovói, que fue identificado como autor material del envenenamiento por la Fiscalía británica. En España, sin embargo, este crimen quedará impune.
