«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

La unión familiar mitiga los efectos de la crisis económica

La reagrupación de las familias más desfavorecidas para aprovechar economías de escala ha sido el factor que más ha contribuido a la reducción de la desigualdad.


La reagrupación de las familias más desfavorecidas para aprovechar economías de escala ha sido el factor que más ha contribuido a la reducción de la desigualdad en el consumo durante los años de crisis, un fenómeno que ha empezado a revertir en parte tras la salida del país de la recesión económica.
Según el observatorio económico sobre desigualdad en el consumo publicado por BBVA Research, entre 2007 y 2015 los hogares más favorecidos redujeron su consumo total un 17,2 % mientras que los más desfavorecidos lo rebajaron solo un 7,6 %, a pesar de que los ingresos de las familias de menor renta cayeron en mayor medida.
La variable más significativa que está detrás de este comportamiento es el aumento de personas mayores de 18 años en los hogares desfavorecidos por la reagrupación familiar, un fenómeno ligado al ciclo económico.
Entre los factores que también han mitigado la desigualdad en el gasto están la mejora relativa del nivel educativo de los hogares menos favorecidos, así como el aumento de familias más favorecidas lideradas por mujeres o mayores de 65 años.
En el caso de nivel de educación, los autores han observado un fuerte incremento del porcentaje de hogares con menores ingresos cuyo cabeza de familia tiene como mínimo estudios secundarios, lo que suele ayudar a la hora de suavizar el impacto de la crisis en el gasto familiar.
En lo que respecta al efecto de género en las familias más favorecidas, el estudio señala que los hogares cuyo sustentador principal es una mujer tienden a incrementar el ahorro y a reducir el gasto en bienes duraderos en época de crisis, además de la desventaja de las mujeres frente a los hombres en el acceso al empleo o el crédito. De la misma manera, el mayor envejecimiento en los hogares favorecidos ha podido intensificar la caída del peso de los bienes duraderos en el consumo de las familias con mayores ingresos, dado que a partir de los 60 años tiende a disminuir la compra de automóviles, electrodomésticos y dispositivos destinados al ocio.
Además, los autores señalan que ha existido un condicionante geográfico en la reducción de la desigualdad en el consumo determinado por el modelo productivo o las políticas económicas llevadas a cabo en cada administración territorial, así como por las características asociadas a la localización de la unidad familiar.
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