‘Puede haber un alboroto, puede haber ruido, pero desde luego lo que no puede haber es un referéndum válido’, sentenció Rajoy.

Tras su reunión en Washington, el presidente estadounidense, Donald Trump, y su homólogo español, Mariano Rajoy, comparecieron ante los medios en los jardines de la Casa Blanca. Una de las cuestiones que más se comentó durante la rueda de prensa fue la del plebiscito catalán; cuestión que, en lugar de despertar grandes argumentos, propios de hombres de Estado, suscitó reflexiones simplistas, dignas de párvulos.

Preguntado acerca de la hipotética celebración del referéndum secesionista, Rajoy nos brindó su primera oración de estadista, pronunciada en tono inequívocamente solemne: ‘Todo el mundo sabe que el referéndum no se puede celebrar porque no hay ni junta electoral, ni hay un equipo de la Generalidad organizándolo, ni papeletas, no hay ni personas que estén en las mesas, ni locales que conozca la gente’. Ah, ¿si hubiese urnas, papeletas y personas en las mesas, sí podría celebrarse el plebiscito ilegal?

‘Puede haber un alboroto, puede haber ruido, pero desde luego lo que no puede haber es un referéndum válido, democrático y con un mínimo de garantías’, sentenció Rajoy, convencido del vigor de su argumentación.

El presidente estadounidense, quizá influido por la puerilidad de su homólogo, no fue capaz de elevar el nivel del coloquio. ‘Sería de tontos no quedarse en España’ – aseveró, refiriéndose al plebiscito catalán – ‘Es un país muy bonito e histórico’. ¿Acaso si España no fuese bonita e histórica sería legítimo destruirla?