La elección de la influencer trans Dylan Mulvaney como nueva imagen de la ropa femenina de la marca Nike ha desatado la polémica en Estados Unidos.
La respuesta al interrogante de por quĆ© marcas de reconocido prestigio eligen perfiles Ā«marginalesĀ» para promocionar sus productos va mĆ”s allĆ” de la sintonĆa entre la firma y la modelo –en este caso un hombre biológico para anunciar un sujetador de mujer–. DetrĆ”s de la aplicación de las polĆticas woke en grandes corporaciones de EE.UU se encuentra Human Rights Campain (HRC), una organización financiada por la Open Society Foundation de George Soros, y su malĆ©vola calificación CEI.
CEI, en espaƱol Ćndice de Igualdad Corporativa, es una calificación que las compaƱĆas reciben de HRC, el grupo de cabildeo polĆtico LGBTQ+ mĆ”s grande del mundo.
La organización, que define a los CEI como Ā«una hoja de ruta y una herramienta de evaluación comparativa para las empresas estadounidenses en el campo en evolución de la igualdad de lesbianas, gays, bisexuales, transgĆ©nero y queer en el lugar de trabajoĀ», otorga a las corporaciones mĆ”s grandes del paĆs una Ā«notaĀ» de acuerdo a lo Ā«inclusivasĀ» y/o Ā«diversasĀ» que sean. Con este mecanismo, HRC aƱade o resta puntos a las empresas segĆŗn el grado en que estas se adhieran a sus Ā«criterios de calificaciónĀ«.
AsĆ, el grupo enumera cinco criterios principales, todos ellos basados en la inclusión y promoción del colectivo LGTB, como la utilización de Ā«códigos de vestimenta neutralesĀ» o la aplicación de Ā«polĆticas inclusivas para personas transgĆ©nero en los baƱosĀ», entre otros.
Uno de esos criterios, denominado Responsabilidad social corporativa, promueve el Ā«marketing y la publicidad para consumidores LGTBQĀ», el punto con el que Nike, y otras marcas, habrĆan ganado puntos al elegir a Mulvaney como imagen.
Por otro lado, las empresas también pueden perder puntos si cumplen con algún criterio considerado «negativo». Asà sucede con el referido a «responsabilidad ciudadana» que regula que se quitarÔn puntos a las empresas que «destinen dinero a organizaciones que vayan contra la igualdad LGTBQ».
Las empresas que alcanzan el mĆ”ximo de 100 puntos en total obtienen el tĆtulo de Ā«Mejor lugar para trabajar por la igualdad LGBTQĀ«.
Mediante el CEI, estas empresas estĆ”n optando por perfiles Ā«marginalesĀ» porque, si no lo hacen, corren el riesgo de perder puntos en su calificación como empresas inclusivas, diversas e Ā«igualitariasĀ», y esto podrĆa afectar al desarrollo de sus negocios.
El HRC, ¿una forma de extorsión?
El HRC, que se fundó en 1980 y comenzó con las calificaciones CEI en 2002, estÔ dirigido desde 2022 por Kelley Robinson, conocida anteriormente por su trabajo en la campaña presidencial del expresidente Barack Obama en 2008.
Su compaƱĆa se preocupa en estar presente en la mayorĆa de empresas del paĆs; para ello, envĆa anualmente representantes a las corporaciones que les informan de los criterios a seguir, les dan una lista de demandas y, si no las cumplen, les advierten de la posibilidad de que no mantengan su puntuación.
Esta técnica funciona: en 2021 mÔs de 840 empresas de EE.UU recibieron una puntuación alta, según el último informe de HRC.
Para el podcaster polĆtico James Lindsay esta forma de actuación de HRC funciona como Ā«una forma de extorsiónĀ» para las empresas, segĆŗn declaró al New York Post, que ha detallado en un reciente artĆculo cómo funciona el CEI a raĆz del caso de Mulvaney.
El CEI, una parte de los criterios ESG
Las calificaciones CEI forman parte del movimiento de Ā«inversión Ć©ticaĀ» ESG (Environmental, Social and Corporate Governance), impulsado por las tres principales firmas de inversión del paĆs: BlackRock, Vanguard y State Street Bank.
Los fondos ESG invierten en empresas que se oponen a los combustibles fósiles, impulsan la sindicalización y hacen hincapié en la equidad racial y de género por encima del mérito en la contratación y selección de directivos.
Ā«Como resultado, algunos directores ejecutivos estadounidenses estĆ”n mĆ”s preocupados por complacer a estos tres fondos, que se encuentran entre los principales accionistas de la mayorĆa de las corporaciones estadounidenses que cotizan en bolsa, que en irritar a conservadoresĀ», asegura el New York Post.
Ā«Todos los grandes administradores de fondos como BlackRock adoptan esta ortodoxia ESG en la forma en que aplican presión a los principales equipos de Administración Corporativa y Juntas y determinan, en muchos casos, la compensación ejecutiva y las bonificaciones y quiĆ©n es elegido o reelegidoĀ«, asegura al New York Post el empresario y candidato a la presidencia de EE.UU. por el Partido Republicano Vivek Ramaswamy y autor de Woke, Inc.: dentro de la estafa de justicia social de las corporaciones estadounidenses. Ā«Pueden ponĆ©rtelo muy difĆcil si no cumples con sus agendasĀ», aƱade.
En 2018, el director ejecutivo de BlackRock, Larry Fink, que supervisa activos por valor de 8,6 billones de dólares escribió una carta dirigida a los directores ejecutivos titulada Ā«Un sentido de propósitoĀ» en la que animaba a las empresas, tanto pĆŗblicas como privadas, a que tuviesen un Ā«propósito socialĀ» y en la que advertĆa que Ā«si una empresa no se relaciona con la comunidad y no tiene un sentido de propósitoĀ» podrĆa perder la licencia para operar.
Los fondos ESG han provocado la reacción de financieros que creen que esta estrategia busca anteponer la sostenibilidad a la rentabilidad. Derek Kreifels, cofundador y director ejecutivo de State Financial Officers Foundation, uno de los principales grupos que luchan contra los ESG a nivel nacional, aseguró al Post que el Ćndice de Igualdad Corporativa Ā«es un engranaje siniestro en la rueda de ESGĀ».
Ā«El problema con medidas como el CEI y su hermano mayor ESG es que introduce una estructura de incentivos fuera de los lĆmites de los negocios, a menudo de manera contradictoria con el deber fiduciarioĀ», dijo Kreifels.
En diciembre, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, uno de los principales bastiones antiwoke en EE.UU. también decidió actuar contra estos fondos y retiró 2.000 millones de dólares de diversos ESG que maneja BlackRock. «Creo que es antidemocrÔtico que los principales administradores de activos usen su poder para influir en los resultados sociales», dijo entonces.
Por su parte, el Partido Republicano también intentó bloquear la inversión ESG en un proyecto que fue rechazado por el presidente Joe Biden. Según los republicanos, los ESG también pueden afectar a los fondos de pensiones en favor de una agenda radical de izquierda.
En Francia, BlackRock tambiĆ©n ha sido seƱalada por su papel en la gestión y privatización de las pensiones: el pasado 8 de abril los manifestantes contrarios a la reforma de Macron asaltaron su sede en ParĆs.