Mientras abren los colegios electorales, las últimas actualizaciones de las casas demoscópicas se van sucediendo en lo que se refiere al voto popular (con independencia del territorio desde el que se emita) y el voto concreto estado por estdo, más importante.
Según la media de las encuestas realizadas por todo el país, el último cómputo arroja que este 5 de noviembre Kamala Harris tendría más votos que Donald Trump, gracias al importante apoyo que recibiría en estados tan poblados como California o Nueva York.
Sería, en cambio, en la carrera importante, en la de obtener más delegados en el colegio electoral, en la que se impondría el candidato repúblicano, por 287 a 251. Así, gracias a su victoria en cinco de los siete estados en disputa (Míchigan y Wisconsin caerían del lado de su rival), tendría el apoyo suficiente para regresar a la Casa Blanca cuatro años después.
Así, sólo con una remontada en el estado de Pensilvania, Harris arrebataría la victoria a Trump. Algo para nada descartable. La diferencia entre ambos contendientes es escasa. Se sitúa muy por debajo del margen de error, a tiro de cualquier acontecimiento o práctica capaz de revertir las previsiones.
No es recomendable tener demasiada fe en cuenta las encuestas
Si bien pueden servir como método de orientación —en muchas ocasiones, de orientación intencionada del voto—, las encuetas estadounideneses han demostrado en muchas cosasiones ser poco fiables, cuando no falsas. Es cierto que ésta es la primera ocasión de tres en la que Trump parte como favorito según la demoscopia, pero no es menos real que en las última elecciones legislativas los republicanos también parecían muy en cabeza y luego no fue el caso.
Con la demostrada capacidad de alargar las recuentos que tienen las grandes ciudades donde gobiernnan los demócrotas, un margen tan pequeño sólo puede llevar a pensar que una victoria de Kamala Harris vía Pensilvania (en concreto, vía Filadelfia) es todavía posible.