Dice el refrán que dos no discuten si uno no quiere, y nuestras élites se lo han tomado a pecho, predicando entre los nativos europeos la necesidad de adaptar sus vidas y costumbres a los recién llegados para alcanzar la paz social.
Sólo que no es verdad. Al menos, no lo es sin una rendición total y sin condiciones. Porque el problema de los inmigrantes, especialmente de los llegados de países islámicos, no es sólo de seguridad ciudadana o presiones sobre el Estado de Bienestar: es de todos los aspectos de la convivencia.
Como el lugar de trabajo. Aquí las tensiones han alcanzado su nivel más alto desde que comenzaron los registros en 2013, sobre todo en Francia, y el islam ocupa un lugar central en un número creciente de incidentes, según el Barómetro de las costumbres religiosas en la empresa de 2024 del Institut Montaigne.
El riguroso estudio revela que más del 70% de las empresas sufren actualmente incidentes provocados por creencias religiosas, un fuerte aumento respecto a años anteriores. Identifica el estudio la creciente visibilidad de las prácticas islámicas como un factor clave de los desafíos en el lugar de trabajo, con tensiones en torno a los símbolos religiosos, las prácticas de oración y las opiniones de los empleados sobre las mujeres que afectan a la convivencia laboral.
El islam representó el 81% de los «incidentes» religiosos en el trabajo, un aumento notable respecto del 73% en 2022. Esto incluye un aumento de las expresiones visibles, como el uso de hiyabs y otros símbolos religiosos, que ahora se citan en el 36% de los casos denunciados frente al 19% de hace sólo dos años.
Las solicitudes de ajustes de horarios para dar cabida a celebraciones religiosas y descansos para la oración también son frecuentes entre los empleados musulmanes, lo que complica la gestión del lugar de trabajo. Los empleados musulmanes, en particular los hombres jóvenes que ocupan puestos menos cualificados, suelen ser el centro de los conflictos laborales, señala el informe. Además, las conductas consideradas disruptivas, como negarse a trabajar con mujeres o los intentos agresivos de convertir a otros, se asocian con las prácticas islámicas.