Las divisiones en el Gobierno italiano y el rechazo de la opinión pĆŗblica de cara a las elecciones de 2018 han provocado que se deje de lado la aprobación del proyecto de ley que introduce el Ā«Ius SolisĀ», por el que los niƱos nacidos en Italia de padres extranjeros podrĆan conseguir la nacionalidad.
Aunque el primer ministro italiano, Paolo Gentiloni, aseguraba que conceder la nacionalidad a los hijos de los extranjeros nacidos y crecidos en Italia es «un acto de civismo», todo indica que el miedo a una crisis de Gobierno harÔ que el proyecto de ley se quede aparcado en el Senado tras su aprobación en la CÔmara de los diputados.
La subsecretaria de la Presidencia del Consejo de ministros, Maria Elena Boschi, reconoció anoche que el Gobierno no tiene los números para aprobar la ley en el Senado, por lo que anunció que se dejarÔ definitivamente de lado la aprobación de la controvertida medida.
Boschi afirmó que en la próxima legislatura si el Partido Demócrata (PD) tiene mayorĆa en el Parlamento Ā«el ‘Ius Solis’ serĆ” la primera medida del programaĀ».
De esta manera, Boschi ponĆa una definitiva piedra encima de la ley que fue una de las batallas del exmandatario Matteo Renzi.
El proyecto de ley para introducir el Ā«Ius SolisĀ» (derecho de suelo) fue presentado por el PD de Renzi para conceder la nacionalidad a cerca 800.000 niƱos nacidos en el paĆs de padres extranjeros y que no pueden tener la nacionalidad ya que en Italia existe el Ā«ius sanguinisĀ» (derecho de sangre), por lo que un niƱo es italiano solo si al menos uno de los progenitores lo es.
La ley, que fue aprobada en la CĆ”mara de los diputados en 2015, prevĆ© que para que los nacidos en el paĆs obtengan la nacionalidad italiana es necesario que uno de los dos padres tenga un permiso de residencia indefinido.
AdemÔs, el proyecto de ley introduce la llamada «ius culturae» (derecho cultural) que da la posibilidad de conseguir la nacionalidad italiana a los niños extranjeros menores de 12 años y que han ido al colegio durante al menos cinco años consecutivos.
Para los niƱos que han llegado a Italia despuĆ©s de los 12 aƱos, la norma prevĆ© que se hayan acumulado seis aƱos de residencia en el paĆs y la asistencia al menos a un ciclo escolar.
Pero mientras que en la CĆ”mara de los diputados el PD tiene mayorĆa, en el Senado tiene que contar con los votos de sus aliados en la coalición gubernamental, quienes dejaron claro en estos dĆas que no votarĆan la ley.
Los italianos dicen ‘no’
Los italianos comienzan a cansarse de la inmigración. El paĆs transalpino, por su cercanĆa con las costas del norte de Ćfrica, ha sido tradicionalmente receptor de miles de reciĆ©n llegados, pero en los Ćŗltimos tiempos algo ha cambiado.
La crisis de refugiados y las irresponsables decisiones tomadas desde Bruselas podrĆan parecer el inicio de la situación, pero hay que remontarse tiempo atrĆ”s, al comienzo de las Primaveras Ćrabes, para entender el estado actual.
Estos procesos revolucionarios āalentados y financiados desde Occidenteā que terminaron con algunos de los regĆmenes autoritarios vigentes en Libia, Egipto o TĆŗnez no tuvieron las consecuencias esperadas y la democracia llegó, cuando lo hizo, en condiciones muy deficientes. El ejemplo mĆ”s evidente es la Libia tras Gadafi, con dos parlamentos simultĆ”neos que no cuentan con las competencias necesarias para gobernar un paĆs que ha quedado en manos de las mafias y los seƱores de la guerra.
La ausencia de gobiernos estables hace imposible negociar un acuerdo migratorio y las hampas se aprovechan de ello. Los miembros de las bandas se valen de la laxitud de las autoridades libias y parten en pequeƱas lanchas neumƔticas hacia aguas internacionales con miles de indocumentados.
Cuando apenas han recorrido unos kilómetros, los abandonan a su suerte sin gasolina ni provisiones convirtiendo el MediterrÔneo en un cementerio, pues el Frontex cuenta con medios limitados para hacer frente a esta situación.
Los inmigrantes que son rescatados son trasladados a Europa, donde los paĆses costeros no cuentan con recursos suficientes para atenderlos, y muchos de ellos se escapan de los centros de acogida para viajar al norte.
El choque cultural, al igual que ocurre en la ruta de los Balcanes, es demasiado evidente y los incidentes se repiten. Agresiones, robos y violaciones son una constante en las pequeƱas ciudades del sur de Italia.
Rechazo a la inmigración
Hace apenas seis aƱos el 71% de los ciudadanos era partidario de conceder la nacionalidad a los hijos de inmigrantes nacidos en Italia. Hoy ese porcentaje es completamente diferente: la mayorĆa, el 54%, se opone -segĆŗn el Ćŗltimo sondeo publicado por Ipsos-.
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Italia dice 'no' a conceder la nacionalidad a hijos de inmigrantes nacidos en el paĆs