La comisaria europea de Interior, Ylva Johansson, instó la pasada semana a la acción «con rapidez y decisión» frente a lo que considera «grandes riesgos» de grupos de «extrema derecha» en la Unión Europea tras un acto de homenaje en Roma el pasado 7 de enero a tres jóvenes asesinados por el terrorismo de izquierda y la policía en 1978.
Johansson también expresó su «preocupación» sobre la inclinación de ciertos Estados miembros hacia un poder «más autoritario», «desafiando los principios democráticos». Reconoció que estos casos son excepcionales, pero afirmó que sus «conexiones» resultan «inquietantes». El debate tornó sobre el supuesto silencio de la presidenta del Consejo de Ministros de Italia, Giorgia Meloni, ante el acto en Roma. El eurodiputado del Partido Comunista de Grecia, Lefteris Nikolaou-Alavanos, afirmó que «los partidos políticos tradicionales alimentan estas tendencias, como en Francia con Le Pen y en Italia con Meloni. Necesitamos partidos comunistas más fuertes».
La polémica parece ser una táctica de ciertos sectores en Bruselas para criminalizar a los conservadores de cara a las elecciones europeas del 9 de junio, donde se prevé un gran crecimiento del ECR e ID. La eurodiputada húngara Enikő Győri defendió a los partidos conservadores y criticó el doble rasero de las élites, especialmente en casos como las purgas ilegales del Gobierno de Donald Tusk en Polonia, donde prevalece el silencio.
Győri denunció la tendencia a magnificar polémicas aisladas en gobiernos conservadores, como en Italia, y enfatizó la necesidad de un juicio justo: «Un evento que se repite en Italia cada 46 años, de repente, se convierte en el centro de atención porque tienen un gobierno conservador». «Quiero defenderme contra el hecho de que la izquierda utilice estos hechos para atacar a los que estamos en la derecha. Espero que esto se refleje en las urnas el próximo junio».
