El expresidente izquierdista Evo Morales, acompañado de un grupo de seguidores, ha entrado este lunes en La Paz para exigir que se le permita participar como candidato presidencial en los comicios pautados para 2025.
Morales, que actualmente se encuentra inhabilitado constitucionalmente para presentarse a dichas elecciones, se incorporó a la movilización en la ciudad de El Alto, haciéndose acompañar principalmente por grupos indigenistas y tomando la autopista que une a esa localidad con la capital boliviana.
Justamente en El Alto se produjeron algunos encontronazos entre los simpatizantes de Morales y los seguidores del actual mandatario Luis Arce Catacora, quien ha calificado la protesta que inició el pasado 17 de septiembre como un nuevo intento de «golpe de Estado» en su contra.
Más temprano, la Policía de Bolivia había reforzado la seguridad en algunas de las principales zonas de La Paz, en especial en los alrededores de la plaza Murillo, sitio en el que se produjo a finales de junio el supuesto intento golpista encabezado por el entonces comandante general del Ejército, Juan José Zúñiga.
Además de la Policía, organizaciones civiles y sindicatos afines a Arce se habían congregado también en las inmediaciones de plaza Murillo para «resguardar» la Casa Grande del Pueblo, sede del Ejecutivo.
Sin embargo, Freddy Mamani, un diputado afín a Morales dejó en claro el lunes que los manifestantes no tenían intención alguna de concentrarse en la plaza Murillo, sino que pretendían agolparse en las inmediaciones de la autopista.
«No vamos a amenazar a nadie, no vamos a entrar a la plaza Murillo, nos vamos a concentrar aquí donde será una fiesta para defender a Bolivia», refirió Mamani en una entrevista con una radio local.
El domingo, Arce se dirigió a través de un mensaje televisado a Morales para sentarse a negociar una salida pacífica a esta nueva crisis. La Defensoría del Pueblo ha confirmado ya haber recibido respuesta por ambas partes para establecer «un espacio de diálogo» y de «resolución de conflictos».
Bolivia afronta actualmente problemas en el suministro de combustible y en la circulación de dólares, en medio de una pugna política entre Morales y Arce que se ha extendido por cerca de tres años y que ha derivado en una lucha por el control del oficialista Movimiento Al Socialismo (MAS) y su junta directiva.