Verborrea. Yolanda Díaz tiene el don de hablar mucho y no decir nada. De toda la vida, a estas personas se las ha evitado, la gente está para perder el tiempo en otros asuntos. Ya no se trata de que sea un pelmazo oír sus disquisiciones teoréticas deslizándose por un torrente de palabras inconexas, como puestas ahí por un loro licenciado en ciencias políticas. La cuestión tiene que ver con los tiempos, cosa mucho más grave. A mediados de los años treinta, Barcelona tuvo un alcalde de nombre Juan Pich i Pon, célebre por decir cosas como «al oír cantar la Marsellesa, se me erizan los pelos del corazón» o «soy partidario del homosexualismo, es decir, que hombres y mujeres puedan amarse y dejarse cuando les parezca bien». Era un rara avis, los políticos en aquel tiempo, aunque fueran socialistas, podían organizar sus ideas y exponerlas con riqueza de léxico y orden gramatical. Lo de nuestra ministra tiene algo que ver con el siglo presente, como un síntoma. Cuando la muerte de Berlusconi, soltó esto: «la disparidad del proyecto político que él representó no adolece de mi compasión». Y esta semana, en una entrevista en RTVE, compartió con la audiencia que tiene un equipo de zetas. Todavía hay gente buscándole el significado.
Tarde de cine. Tremendamente noticiable ha sido que el matrimonio monclovita acudió al cine. Tanto como para que unas cámaras grabaran y difundieran el histórico hecho. Al más puro estilo NODO. Un día de estos los veremos bajo palio. Por cierto, ese hombre tiene la costumbre de ir por delante de quien sea, su mujer o el mismísimo rey de España, sin duda un acto reflejo del ego que le caracteriza. Tras ver la peli, se declaraba emocionado y escribía en X lo siguiente: «la dignidad no es algo abstracto. La dignidad es la lucha por el agua, la lucha por la luz, la lucha por Correos, la lucha por la sanidad y la educación públicas. Eso es la dignidad».
La izquierda, como la banca, siempre gana. Tras la tramitación en el Congreso de la llamada ley ELA, una enfermedad incurable que requiere de presupuesto para paliar sus efectos en los pacientes, la izquierda se apunta el tanto. Y lo hace sin rubor, después de haber bloqueado durante años dicha tramitación parlamentaria. La vicepresidenta Díaz hacía gala de una monumental desvergüenza atribuyendo incluso una falsa paternidad de la iniciativa legal: «Me gustaría reconocer también a quien trajo al Congreso esta propuesta la pasada legislatura, Sara Giménez». Grueso bulo. La ley ELA fue propuesta por el grupo parlamentario Ciudadanos en 2022. Y desde entonces, PSOE y Sumar la han venido paralizando hasta la actualidad.
Oasis catalán. La definitiva rehabilitación de Jordi Pujol ha venido de la mano del actual president. La agenda semanal del señor Illa ha gozado de varios momentos muy interesantes. Tras despachar con el Rey en Zarzuela, recibió a Pujol y, después, a Mas. Del primero conocemos su confesión de corruptos pecados y la inacción judicial derivada; de Artur, que se inventó, quizás siguiendo las órdenes de su mentor político en CiU, el procés, con todas las nefastas consecuencias que ha traído. Así que, según parece, vuelve el oasis de la mano de Illa, el recomponedor.
Como talibanes. En virtud de la llamada ley de memoria histórica, unos operarios destrozaron con un taladro el último escudo de España con el Águila de San Juan que quedaba en la ciudad de Vitoria. Esto ocurre cuando ya se ha hecho verdad el bulo de la inconstitucionalidad de dicho escudo, vigente hasta 1983, es decir, transcurridos cinco años desde la aprobación de la Carta Magna. Por no contar su vigencia institucional a lo largo de los siglos, distintivo nacido en época de los Reyes Católicos. Los actuales políticos, los padres del engendro llamado memoria histórica, aborrecen la historia porque no les da la razón. Y entonces la borran, como en cualquier régimen fanático.
Macizo Sánchez. Los argumentos de la izquierda, si así se les puede llamar, son cada vez más refinados. Esta semana, un diputado socialista en la Asamblea de Madrid se ha pronunciado de este modo: «Con lo bueno que está el presidente del Gobierno, no me extraña que sientan esa envidia tan asquerosa». Y luego dicen que el debate político no es elevado.
La miss. Se ha criticado a miss Cataluña por hacerse un lío con el asunto de la baja natalidad en España. Raudos han salido comentaristas y tuiteros a ridiculizarla. Sin embargo, cada vez que veo el video en que la señorita habla me parece más encantadora.
Kilómetro cero. Todos los mantras de la ideología dominante tienen la misma misión: desmontar el capitalismo tal y como lo hemos conocido, traer las estrechuras al ciudadano medio e instaurar un régimen neocom (neocomunista, me reservo el copyright). Por ejemplo, eso del kilómetro cero, de que debemos sólo consumir productos de cercanía. Es decir, un señor de Madrid no debería comer merluza del Cantábrico, sobrasada de Mallorca, espárragos de Navarra o gambas de Huelva. Si todo quisque acaba plegándose a semejante esclavitud y sigue ese principio sacro, ocurrirán dos cosas: por una parte, se conseguirá tener a una sociedad triste, en que el recuerdo de esos placeres será un mito lejano; por otra, el pescador, el distribuidor, el pescatero y el restaurador se irán al carajo. Pero seremos sostenibles.
Fraseología. Un posibilidad es que la agenda woke tenga, entre los grandes proyectos, el de idiotizarnos con insistentes juegos de palabras. Los tiempos pasados acarrearon con sus problemas y sus soluciones, a veces acertadas y otras menos. La época actual se caracteriza por el reinado de la imbecilidad y, además, resulta enormemente cansino. Un coñazo. Decíamos antes del yolandismo, facultad de hablar sin intención de que alguien pueda entender algo. Rescato el estilo de Begoña Gómez, también experta en rizar el rizo: «Las empresas son el principal actor de transformación para que se produzca una integración de los objetivos de desarrollo sostenible junto con la estrategia de negocio», sentó cátedra.