'Ser es defenderse'
Ramiro de Maeztu
La avaricia rompe el saco
Por Alejo Vidal-Quadras
4 de septiembre de 2014

Sobre el derrumbamiento del mito Pujol, que ha pasado en pocos días de padre de la patria catalana a delincuente, existen dos interpretaciones. Según la primera, la ruptura del pacto de la Transición por parte del nacionalismo catalán al emprender su ofensiva separatista, ha levantado la veda que existía sobre las trapisondas y las corruptelas del gran Ubú, y el CNI y la Udef han recibido luz verde del Gobierno para acabar con el provecto referente del secesionismo.

De acuerdo con la segunda, el estrechamiento del cerco de la Agencia Tributaria y de los servicios de inteligencia sobre la familia del Molt Honorable habría sido el desencadenante de su huída hacia adelante poniéndose al frente da la manifestación en pro de la desaparición de España. Las dos posibilidades son dignas de consideración y el resultado final el mismo: Pujol e hijos ante el juez y el desprestigio general del movimiento independentista convertido de pronto en un gigantesco latrocinio encubierto por la senyera.

La primera es la más probable porque la sospechosa ceguera de los sucesivos Ejecutivos centrales de los últimos treinta años ante el cobro masivo de comisiones por parte de Convergencia y su carismático sumo pontífice no tenía por qué interrumpirse si no se hubieran dado circunstancias realmente extraordinarias.

Dicho de otra forma, durante décadas los partidos del sistema han cometido todo tipo de desmanes, financiación ilegal, enriquecimientos personales escandalosos, saqueo de las Cajas de Ahorros y demás abusos y fechorías, y durante todo este tiempo ha reinado una omertá sólo alterada por algún juez honrado o algún medio de comunicación auténticamente independiente. Por consiguiente, en condiciones normales, es decir, la explotación conjunta del Estado por la partitocracia, no tenía por qué producirse ningún ataque letal hacia uno de los miembros de la banda procedente de otro.  

Ha sido evidentemente la falta de respeto de los nacionalistas catalanes a las reglas de juego entre mafiosos la que ha acarreado la ruina al que fuera proclamado en su día Español del Año. Mientras todos bebían ansiosos del abrevadero público, nadie se metía con el vecino, pero en el momento en que Convergencia se lanza al delirio rupturista poniendo en peligro la estabilidad y previsibilidad del conjunto, entonces se acaban las permisividades cómplices y empieza la guerra a muerte. 

En esta lucha despiadada, Pujol y su organización tienen las de perder porque la maquinaria del Estado es demasiado poderosa para ser neutralizada por una pandilla de rateros provincianos, por mucho que saquen a la calle a multitudes fanatizadas por sus engaños.

El problema era que hasta hoy esa maquinaria no había sido utilizada contra los nacionalistas porque estos eran parte del tinglado. A partir del instante en que hacen trizas la baraja y creen que se pueden quedar con todo el botín de su nacioncilla inventada, cae sobre ellos la furia del Olimpo, que, como todo el mundo sabe, está en Madrid.

Todos los que hemos combatido infructuosamente al nacionalismo en los frentes ideológico, cultural y político desde que volvió a asomar la cabeza tras el cambio de régimen en 1978, y lo hemos hecho siempre bajo fuego supuestamente amigo, podemos por fin descansar satisfechos. Se va a hacer justicia, no por un súbito afán regenerador, sino porque la avaricia rompe el saco.

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