'Ser es defenderse'
Ramiro de Maeztu
¿Camina España hacia un modelo confederal?
Por Mario Conde
5 de septiembre de 2015

El ex presidente González, después de la metedura de pata que cometió en su carta dirigida —según él— a los catalanes, rectifica ahora en otra entrevista concedida a un diario de Barcelona, y además de precisar que se trató de un “malentendido” y que no quería referirse a los fascismos italiano y alemán, aprovecha para decir que la solución del problema catalán pasa por una reforma de la Constitución. No me queda otra que sonreír porque ya en 1994 insistía yo en este punto, recibiendo por la afirmación de que nuestra Constitución nació vieja y que había que modificarla, entre otras lindezas,  el calificativo de antisistema. Pero, en fin, se ve que algunos necesitan veinte años y una presión social de cierta envergadura para ver con claridad la evidencia. Da igual. El tiempo es una categoría flexible sonde las haya. El tiempo político, se entiende.

El periodista que le pregunta le cuestiona si esa reforma implicaría reconocer a Cataluña como nación, a lo que el ex-presidente responde con un “por supuesto”. La cuestión es: ¿qué significado real tiene el significante “nación”?. Dicho en otros términos, ¿qué implicaría el reconocimiento constitucional de ese término aplicado a Cataluña?. Vamos a ver: existe lo que se llama un concepto cultural, sociológico o como se quiera decir de nación. Es la sensación, incluso el sentimiento de pertenencia a un grupo mas o menos homogéneo que dispone de un modo de ser, de sentir o de vivir mas o menos individualizado por diferencia con otros colindantes o lejanos. Es una extensión amplificada de lo que podríamos llamar, para entendernos, la noción tribal de la convivencia humana. Suele estar acompañada esa percepción de un territorio mas o menos definido—aunque no es esencial— y de una lengua diferente, aunque tampoco sea definitivo ni conditio sine qua non.

Decir que Cataluña es nación cultural, situar el significante en este plano, no genera problemática sustancial. Lo mismo puede decirse del País Vasco, de Galicia y de Andalucía, por ejemplo. ¿Acaso en este plano no es Andalucía o no existe en esa parte Sur de España un sentimiento de “ser andaluz”? ¿Acaso ese sentimiento no es, culturalmente hablando, partícipe de la esencia definitoria de la nación? Pues me caben muy pocas dudas. Vamos, ninguna.

Pero ¿qué implica la nación en términos político-jurídicos? Si constitucionalizamos el término le concedemos categoría jurídico política, y eso es penetrar en un mundo totalmente diferente. La nación, armada políticamente, reclama algo tan simple como esto: soberanía. Aspira al autogobierno pleno porque se siente con la legitimidad que le proporciona esa estructura cultural o sociológica de nación. Por tanto, dado que la forma moderna de institucionalizar la soberanía es el Estado, la nación, como categoría política, reclama ser un Estado. ¿Quiere decir González que hay que reconocer a Cataluña como nación política y, por tanto, como Estado?.

Veamos. Dentro de un Estado no hay el menor problema de que convivan “naciones culturales”. Hasta aquí no se plantea problema. No hay que constitucionalizar el término. Simplemente la vida diaria constatará las diferencias. Sin más. Sin menos. Pero claro, la pregunta es: ¿caben diversas naciones políticas dentro de un Estado unitario?. Pues evidentemente no, porque si nación política equivale a Estado, está claro que no cabe un Estado unitario si en su seno hay varios Estados. Siempre, en el mejor de los casos, se tratará de un estado compuesto, en la terminología del profesor Bruno Aguilera. Cada una de esas naciones soberanas organizadas en Estado puede decidir actuar totalmente por libre o “asociarse” con otros Estados, cediendo parte de su soberanía. Pero la cede porque quiere, como un acto voluntario. Y esa cesión tiene dos formas básicas de instrumentarse: el Estado Federal y el Estado Confederal. Parece lo mismo, pero no lo es. Algunos dirán que se trata de una mera digresión conceptual. Que digan lo que quieran. Quizás no saben que pasó en la guerra americana. Aunque obviamente había algo más, mucho mas, que el debate federal/confederal, porque la economía y la esclavitud jugaron su papel determinante.

Bien, pues en eso estamos. ¿Camina España mediante el reconocimiento de “naciones políticas” hacia un Estado confederal? Puede que si. Lo malo es que dudo mucho que cuando dicen esas cosas  ciertas personas, sean capaces de comprender el verdadero trasfondo de sus palabras.

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