'Ser es defenderse'
Ramiro de Maeztu
Otras consideraciones (sobre Aznar)
Por Alejo Vidal-Quadras
22 de diciembre de 2016

En la escueta carta en la que Aznar oficializa por escrito lo que previamente había comunicado a Mariano Rajoy por teléfono, su renuncia a la Presidencia de Honor del Partido Popular, hay un párrafo rebosante de recuerdos y presagios. Son las líneas en las que dice que no desea alargar en exceso su misiva con “otras consideraciones”. Aznar lleva tiempo desde su atalaya de la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales haciendo “otras consideraciones” porque constata con irritación que su legado se está malogrando en manos de su sucesor y que el PP rajoyita y sorayesco ha desnaturalizado el gran proyecto liberal-conservador que él forjó desde que fue designado por Manuel Fraga para tal fin en 1989. No cabe duda de que el ex-Presidente del Gobierno acierta en sus críticas y que el PP actual es una organización carente de alma conceptual y de pasión ética, una fría máquina de conquista, preservación, aprovechamiento y ejercicio del poder, ideológicamente deshuesada, sosamente pragmática y parsimoniosamente adaptativa, cuyo único horizonte es ir sobreviviendo sin otra ambición que cumplir desganadamente las instrucciones que llegan de Bruselas y capear las dificultades propias de un Ejecutivo en minoría mediante arreglos y parches coyunturales. Si el general de Gaulle definió la política como “la acción al servicio de una idea fuerte y sencilla”, es obvio que un liderazgo inclinado genéticamente a la inacción y desprovisto de interés por las ideas, está lejos de cumplir las expectativas que Aznar puso en su heredero hace ahora doce años.

Sin embargo, los planteamientos del Aznar de hoy por bien fundamentados que estén, tienen un punto débil: los errores del Aznar de ayer durante su largo mandato, algunos de los cuales especialmente flagrantes ha señalado recientemente Xavier Vidal-Folch desde una perspectiva de izquierdas, aunque también hay otros que se podrían poner de relieve desde una óptica de centro-derecha. Si el Presidente de FAES desea dotar de credibilidad a su justa indignación actual por el desviacionismo de los que ahora administran el patrimonio que el acumuló con innegable mérito, debe acompañar su duro juicio a otros de una exigente autocrítica, de lo contrario los reproches que siempre desata el que ataca en el atacado pueden ahogar la verdad de sus recriminaciones. En el nuevo Patronato de FAES no se han incluido voces capaces de cumplir esta necesaria tarea de examen retrospectivo objetivo y sin complacencias, lo que indica que lamentablemente no hay voluntad de enmendar el presente partiendo de una reflexión seria sobre el pasado.

Lo interesante de la situación abierta por esta cortante dimisión radica en las desconocidas por el momento intenciones del dimisionario de cara a los próximos meses y años. ¿Estamos ante el primer paso indispensable para la construcción de una opción política que llene el vacío creado en el espacio electoral de centro-derecha por la inanidad de los que teóricamente deberían representarlo? ¿O se trata simplemente de ocupar una posición más cómoda para pronunciamientos públicos estrictamente testimoniales y para un desempeño sin trabas en la esfera privada? Todo apunta a que la evolución de los acontecimientos dependerá del desenlace del conflicto con los independentistas catalanes. Si Rajoy claudica frente al separatismo y alcanza un acuerdo con Puigdemont que transforme a España de jure o de facto en un Estado plurinacional de corte confederal o se rinde bajo el embate de una declaración unilateral de independencia, es probable que Aznar salte a la palestra enarbolando el estandarte de la unidad nacional y de la igualdad de derechos de todos los españoles. Si tal calamidad no sucede, es posible que mantenga la espada en alto, pero sin descargar el mandoble.

Ojalá este gesto contundente de Aznar haga reaccionar al Presidente del Gobierno y acelere algo su pulso habitualmente lento evitando así males mayores. En cualquier caso, el panorama se presenta incierto y pase lo que pase nada puede salvar ya al sistema político e institucional nacido en 1978 de una reforma profunda que está todavía por definir y que según se formule puede poner a nuestro país en el camino del éxito o del fracaso. Por desgracia, la Historia como maestra de la vida no es una asignatura de moda entre nuestros responsables públicos. Y se nota.

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