'Ser es defenderse'
Ramiro de Maeztu
Un cuadro desolador
Por Alejo Vidal-Quadras
5 de noviembre de 2014

La última encuesta del CIS ha provocado un tremendo impacto en la opinión y ha sacudido los cimientos del sistema. La larga trayectoria de corrupción, nepotismo, desideologización, intervencionismo, oportunismo y cobardía de los dos grandes partidos ha conseguido acabar con el edificio institucional y político que se levantó en la Transición. La crisis estructural ha estallado y el futuro inmediato pinta muy oscuro. Una nueva formación, con apenas un año de existencia, de corte marxista-totalitario, se ha situado la primera en intención directa de voto en un Estado Miembro de la Unión Europea, de la OTAN y de la OCDE. Los viejos demonios familiares de los españoles del último siglo y medio, la fragmentación interna y la revolución social, han resucitado y debemos agradecérselo al PP, al PSOE y a los nacionalistas catalanes y vascos, que no han cejado en su empeño de hundir a España en una sima de paro, venalidad, descontento ciudadano y cuarteamiento de la Nación de proporciones alarmantes. Si se examinan los números del CIS, sorprende que el descenso en picado de las dos principales opciones no vaya acompañado de un notable crecimiento de Ciudadanos y de UPyD, nacidas ambas con el propósito de sanear el Estado, cohesionar a los españoles y transformar la partitocracia corrupta que nos ha arruinado moral y materialmente en una decente democracia constitucional. En lugar de confiar en estas organizaciones moderadas, pero decididas firmemente a corregir los profundos vicios de nuestra res publica, los ciudadanos se están lanzando en brazos de un proyecto, que, si llegase a gobernar, nos arrastraría a la quiebra y a la pérdida de nuestra libertad como individuos para sumergirnos en una pesadilla colectivista.

La explicación de este extraño fenómeno se encuentra en varios factores. Por una parte, millones de personas atraviesan hoy en España una situación desesperada, sin trabajo, sin ingresos y asediados por la precariedad. Este es el caldo de cultivo ideal para los extremismos. Por otra, el latrocinio de los integrantes de los partidos clásicos ha sido tan extenso y tan obsceno que la indignación generada ha dado paso a la ira, y es bien sabido que los seres humanos, cuando les posee una cólera irrefrenable, pierden la capacidad de razonar con serenidad. Los parados, los estafados por las preferentes, los desahuciados, los pequeños empresarios y los autónomos que lo han perdido todo y las muchas víctimas de una presión fiscal confiscatoria, ya no piden justicia, claman venganza. En este clima exaltado y áspero, Podemos ha acertado con el lenguaje y la estética adecuadas. Los resultados del sondeo del CIS recién publicados así lo demuestran. Si no queremos precipitarnos a males incluso superiores -y ya es decir- a los que padecemos, el PP y el PSOE deberían acometer una renovación total eliminando a cualquier dirigente o cargo, desde el más encumbrado al más modesto, que haya estado manchado por la sospecha de comportamientos irregulares. En el caso del PP esta medida afectaría significativamente a su actual cúpula, incluyendo a su Presidente, y en el del PSOE a los Griñán, Chaves, Zarrías y demás. En cuanto a Ciudadanos y UPyD es imprescindible que formen una coalición, que Albert Rivera sea mucho más preciso e incisivo, y que Rosa Díez dome su ego y abandone sus tics autoritarios. Si estas operaciones radicales no tienen lugar, hemos de prepararnos a purgar una dolorosa penitencia impuesta por un pequeño grupo de profesores de ciencia política resentidos y doctrinarios dispuestos a hacernos objeto de experimentos altamente peligrosos.

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