'Ser es defenderse'
Ramiro de Maeztu
Ecuación imposible
Por Alejo Vidal-Quadras
24 de julio de 2014

En Matemáticas existen ecuaciones de solución única, de varias soluciones y también sin solución. Pues bien, los constituyentes, con tan buena intención como injustificado optimismo, diseñaron una estructura territorial del Estado que el tiempo ha demostrado inviable. La acción conjunta del principio dispositivo, la voracidad de los partidos por acumular poder y recursos, las pulsiones separatistas catalana y vasca y un sistema electoral altamente defectuoso, nos han conducido irremediablemente a la situación actual, a la que nadie ve salida porque no la tiene. En este contexto de progresiva desesperación, las inminentes reuniones del Presidente del Gobierno con el nuevo Secretario General del PSOE y con el Presidente de la Generalitat están suscitando amplias y a mi juicio absurdas expectativas. En efecto, el margen de maniobra de este terceto es sumamente estrecho, por no decir inexistente. Mariano Rajoy no puede acceder al blindaje de competencias y a la financiación privilegiada que le exige Mas sin vulnerar la Constitución y sin provocar la rebelión de las restantes Comunidades, incluyendo las gobernadas por correligionarios suyos. El inquilino de la plaza de Sant Jaume, por su parte, ha de evitar cualquier gesto o acuerdo que represente un paso atrás si no desea ser devorado por Esquerra y por el ala de su formación que se ha lanzado a la aventura secesionista. En cuanto a Sánchez, que ha demostrado ya una peligrosa inconsistencia con sus bandazos durante su campaña de primarias y con su irresponsable decisión de no respetar el pacto institucional europeo de arranque de legislatura, se mueve lastrado por los socialistas catalanes y por su extraña e inane propuesta federal. 

Cuando se intenta resolver un problema planteando mal sus términos, el fracaso está garantizado. El galimatías autonómico es políticamente inmanejable y económicamente insostenible por razones estructurales y todos los intentos de salvarlo mediante retoques aquí y allá o reformas en este o aquel aspecto sólo prolongarán la frustración y harán más difícil la salida. Mientras no se acepte la clamorosa evidencia de que el Estado de las Autonomías fue un error de planteamiento que ni podemos gestionar ni podemos pagar y que por tanto estamos obligados a una revisión a fondo de la Constitución que lo sustituya por una arquitectura administrativa, institucional, electoral y presupuestaria distinta, seguiremos en la angustia permanente y la división interna, y la implosión de nuestra antigua y gran Nación llegará de forma inexorable.

Si de repente se produjese un milagro y los máximos responsables de los dos principales partidos nacionales en su encuentro del próximo día 28 constatasen esta verdad dolorosa pero innegable y anunciasen al unísono que van a emprender juntos el camino de rectificación profunda que España necesita con la legitimidad y la autoridad que les da el disponer del 85% de los escaños del Congreso y del Senado, transformando el caos presente en un Estado semejante al francés, el portugués o el sueco, es decir, un esquema simple y eficiente con un poder central fuerte intensamente descentralizado en lo administrativo, y un nivel local asimismo potente, con un número razonable de municipios operativos y bien dotados, la esperanza retornaría a los españoles, los separatistas serían neutralizados y conoceríamos la prosperidad y el auténtico progreso.  Ahora bien, la consecución de esta dicha requeriría que los reunidos fuesen dos hombres de una pieza, equipados con el coraje, la visión, la capacidad de comunicación y el patriotismo que un proyecto de tal envergadura demanda. Sin embargo, tenemos lo que tenemos. De ahí que la ecuación sea imposible y el estallido traumático insoslayable. Ojalá el precio no sea demasiado alto y el daño no sea irreversible.

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