Todos los sondeos publicados en las últimas semanas apuntan en una dirección: la gran mayoría de los españoles rechaza al Gobierno del PSOE y cree que no saldríamos vivos de cuatro años más bajo su bota. Esa mayoría tiene razón. El PSOE constituye una amenaza para la economía, para la convivencia y para el orden constitucional… que no nos podemos permitir más.
He escrito PSOE y no PSOE de Pedro Sánchez, como repiten machaconamente esos tertulianos boomers de Onda Cero o la COPE al referirse hoy al partido del puño y la rosa, porque no hay dos pesoes, sino un único PSOE con una oscura y siniestra historia. Spoiler: ese supuesto PSOE «bueno» y «constitucional», representado hoy –dicen– por los barones que han gritado en silencio por las tropelías del sanchismo y con el que la dirección popular debería pactar un Gobierno de «concertación» –en palabras la pasada semana del eurodiputado García-Margallo– no existe.
Lo que sí existe –y perdura– son las políticas que ese único PSOE impuso durante décadas ante el ceño fruncido a veces –no vayan ustedes a creer que siempre– del supuesto primer partido opositor, llamado conservador porque conserva los desmanes izquierdistas. Esos consensos –alejados del sentido común– arrastran a las esquilmadas familias españolas por el fango de la ruina, alientan la inmigración masiva e ilegal que llena de inseguridad los barrios e imponen un modelo ideológico –con premeditación, alevosía… y sin consultar a nadie– que tampoco podemos seguir permitiéndonos.
¿De qué serviría no tener en La Moncloa a quien ha ayudado a vulnerar derechos lingüísticos fundamentales en Cataluña si le cambiamos por quien prohibió por decreto el español como lengua de la administración educativa en Galicia? ¿Qué sentido tendría negar en las urnas un nuevo mandato a los obsesionados con decretar e imponer un relato oficial hemipléjico y sectario sobre nuestra historia común si es para confiar en quienes no lo van a impedir? ¿Y desbancar a un PSOE que ha aprobado una delirante ley Trans que destruye la biología para ascender a un PP que defiende normas similares a nivel autonómico? ¿Y devolver a la oposición a un partido (PSOE) que impone una agenda globalista que liquida la soberanía de las naciones, acaba con la prosperidad, y ataca a la familia y a nuestra manera de vivir para aupar a otro (PP) que hace exactamente lo mismo? España necesita una alternativa, no un burdo relevo que deje todo como está. La solución, en fin, no pasa por sustituir en el poder a Sánchez por Feijóo.
