«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Barcelona 1959. Escritor y periodista. Su último libro publicado es “PSC: Historia de una traición” (Deusto, 2020). Premio Ciutat de Barcelona año 2000 en Radio y Televisión.
Barcelona 1959. Escritor y periodista. Su último libro publicado es “PSC: Historia de una traición” (Deusto, 2020). Premio Ciutat de Barcelona año 2000 en Radio y Televisión.

Salieri o el triunfo de la mediocridad

30 de marzo de 2022

En el horrible y mendaz film que Milos Forman dedicó a Mozart se nos presenta a Antonio Salieri como el músico mediocre, fatuo, adulador del poder y envidioso que jamás fue. Baste decir que el maestro de Legnano, su ciudad natal, contó con discípulos como Beethoven, Schubert, Liszt; que uno de los hijos de Mozart acudía a recibir el magisterio de Salieri; que La Scala se inauguró con una de sus óperas, L’Europa riconosciuta; que, en fin, el Kapellmeister de los Habsburgo fue uno de los compositores de mayor talento de su época. La rivalidad con el genial Mozart fue fruto de las conspiraciones interesadas en enemistarlos. Falso, ya que su amistad fue real, llegando ambos a componer juntos la cantata Per la ricuperata salute di Ofelia.

No obstante la verdad histórica, inapelable, en el imaginario popular ha quedado la imagen de un Salieri diabólico convertido en ángel de la perdición para un Mozart estúpido, grosero, pueril, un mamarracho que, por giros de un guión delirante, solo parece abandonar su idiocia contumaz al componer. Es a ese Salieri al que queremos referirnos, el que se autoproclama santo patrón de los mediocres, el que se cree un genio cuando, en realidad, no es más que un torpe pergeñador de notas. Un Salieri que debiera ser entronizado por la iglesia laica de la vulgaridad como paradigma de estos tiempos en los que solo mediocres, ignorantes y envidiosos pueden aspirar a ocupar los cargos de mayor importancia. ¿O acaso no sabemos reconocer en muchos de los dirigentes patrios o mundiales el torvo gesto del envidioso, la mirada sucia del conspirador, o la sonrisa de hiena del hipócrita? Este es el signo del mundo en el momento presente y también su mayor castigo: la abundancia de Salieris y la desesperante falta de Mozarts. 

Es evidente que la conjura de los necios no llega de un día para otro y que son menester décadas de constante deformación de la conciencia popular

Es nuestra civilización actual glorificadora de esa mediocridad que suele degenerar siempre en vulgaridad, en banalidad, en conformismo, todo ello elevado a los altares de una pretendida sabiduría que acaba por destrozar lo que de bueno, bello y culto teníamos como referencia cultural. Es evidente que la conjura de los necios, citando una famosa y recomendable novela, no llega de un día para otro y que son menester décadas de constante deformación de la conciencia popular para llegar al punto en el que hoy estamos. Pero, de la misma forma, hubiera bastado la oposición enérgica de los defensores de lo cabal, de lo intelectualmente geométricamente proporcionado, para desballestar esa conspiración de mal gusto y mediocridad. Pocos lo han hecho, más temerosos de lo que puedan decir de ello ciertos suplementos dominicales tan vacíos de moral como ayunos de inteligencia que de su propia conciencia.

El Salieri falso ha triunfado donde el real apenas es recordado. Es una burla más de la masa acéfala, de lo vulgar, recordar lo que a algunos les interesa que creamos que pasó, siendo mentira, pero desconocer la realidad de los hechos tal y como sucedieron. 

¡Viva Salieri, viva la mediocridad! Mortuus genius est.

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