'Ser es defenderse'
Ramiro de Maeztu
¿Tiene futuro el PP?
Por Rafael Bardají
24 de marzo de 2022

Vladimir Putin con su brutal invasión de Ucrania ha conseguido dos cosas sin saberlo: que las televisiones dejen de hablar del coronavirus; y que el PP esconda a su todavía presidente, Pablo Casado, bajo el manto del silencio. Lo primero, también hay que reconocerlo, con más tino que lo segundo. En su despedida de Europa, el pasado día 10, el dirigente del PP, se mostró tan seguro de sí mismo, tan víctima de un complot palaciego por su lucha contra la corrupción, tan despechado con los suyos, que puso en solfa el acuerdo con Vox alcanzado en Castilla y León, diciendo que con él, eso nunca habría ocurrido. Ahora habrá que ver si esa pedrada en la frente que le arrojó a Feijóo se repetirá los próximos días 3 y 4 en Sevilla, cuando se reúna el congreso extraordinario convocado para poner fin al casadismo y arrancar la era poscasado. Que muchos de entre las filas del PP teman que Casado puede morir matando, cual ballena blanca, dice mucho del estado interno de esa formación política.

Si Feijóo apuesta por ignorar a Vox y apelar al voto responsable que pueda quedar en Ciudadanos y PSOE, no lo va a tener fácil

Pero independientemente del estilo y clase con la que se despida Pablo Casado de sus correligionarios, la pregunta de si el PP tiene futuro no resulta ridícula. Cierto, tras el bochornoso y triste espectáculo mostrado por los actuales genoveses, más típico de delincuentes que de candidatos al gobierno de España, la venida desde Galicia de Núñez Feijóo, ha sido recibida como la llegada del Mesías. ¿Pero puede Feijóo salvar al PP? A tenor de lo visto, es sin duda más inteligente que Casado y García Egea juntos, pero no libra a Madrid de su principal problema, que es Feijóo. Me explico, el líder gallego es lo opuesto a Díaz Ayuso y ha demostrado ser más moderado y centroizquierdista que Pablo Casado. Para el presidente saliente su problema vital era Vox con quien quiso competir hasta que le convencieron de que con esa línea no tenía nada que hacer. Feijóo no creo que se plantee luchar por el espacio que está a su derecha, sino por el famoso centro-reformista de los partidos que orbitan en la socialdemocracia. La confrontación directa y agresiva con Vox acabó en el descalabro del PP de Casado, con constante sangrado de su fuerza electoral que acudía en masa al partido de Abascal, su refugio donde expresar su descontento general. Pero si Feijóo apuesta por ignorar a Vox y apelar al voto responsable que pueda quedar en Ciudadanos y PSOE, no va a tener fácil detener el traspaso de los peperos de siempre a la única fuerza que les puede representar, Vox. Y si vuelve a caer en la competición, se condenará a repetir la experiencia de Casado.

Decir un día A y al siguiente B, llevó a Casado a su ruina política. Feijóo tendrá que mejorar mucho y rápido

Al líder gallego se le abren dos alternativas: la primera, intentar sacar a flote al PP de los pésimos resultados que le auguran las actuales encuestas y, como solución a medio-largo plazo, intentar revivir el bipartidismo con el PSOE. La única arquitectura de esta opción es la llamada a un gobierno de gran coalición con un PSOE sin Sánchez, como un PP sin Casado, a fin de salvar a España con “políticas de Estado”. La segunda alternativa es luchar contra la demonización de Vox, al fin y al cabo, socio de gobierno en Castilla y León y colaborador activo en Madrid y Andalucía, y promover un gobierno de unidad de todo cuanto esté a la derecha del PSOE.

El problema es el factor tiempo, determinante en política. Feijóo no puede permitirse un descalabro electoral que condene al PP a la implosión. Pero dispone de año y poco para imponerse en el partido, controlar sus estructuras, hacerse con una audiencia sin estar en el Congreso y plantear líneas de acción diferenciadas del resto, a su izquierda y derecha. No es fácil. Es más, primero tiene que dar con su discurso nacional y en estos días ha dado prueba de tener cuestiones básicas, como la ley de violencia de género, algo más que confusas, diciendo lo uno y lo contrario sin rubor alguno. O la ingenuidad de pedir que el Ejército salga a las carreteras frente a la huelga de transportistas. Decir un día A y al siguiente B, llevó a Casado a su ruina política. Feijóo tendrá que mejorar mucho y rápido para hacer ver quien es de verdad, si Feijoy o Feiyuso. Lo que decida será determinante de lo que pueda ser su futuro.

Noticias de España