Acaba de fallecer el almirante Luis Giampietri Rojas (82 años), un héroe al que tuve el gusto de conocer.
El almirante Giampietri protagonizó dos momentos cruciales en la historia peruana reciente. Primero participó como marino en el aplastamiento de la toma del penal insular de El Frontón por los reclusos de Sendero Luminoso en junio de 1986. Eso le ha valido una implacable persecusión judicial desde ese año hasta el mismo día de su muerte. Luego como un rehén más en la tomada embajada de Japón fue quien coordinó desde adentro la exitosa operación Chavín de Huántar en abril de 1997 contra sus secuestradores del grupo terrorista marxista MRTA.
También en la vida civil destacó: fue vicepresidente de la República, congresista y regidor de la comuna limeña.
La izquierda peruana nunca le perdonó a Giampietri su participación en estas dos derrotas y por eso no le dejó de acosarle judicialmente, junto a otros marinos, durante casi cuarenta años. Sus instrumentos han sido las politizadas ONG de Derechos Humanos y las nefastas Corte y Comisión IDH, amén de jueces y fiscales «progres» o cobardes.
Espero que la sociedad peruana no se comporte como siempre de ingrata y homenajee como se merece a este hijo de la estirpe de Miguel Grau. Por su trayectoria, Giampietri se merece calles, monumentos y hasta películas (en Estados Unidos ya se habrían hecho sobre este modesto y valiente héroe. Me imagino que Mel Gibson y Clint Eastwood se habrían peleado por hacerla).
Salve Giampietri, que este marino guerrero descanse en paz.
