Hace años el famoso locutor de radio José María García llegó a la conclusión que los medios de derecha eran «el ejército de Pancho Villa» frente al gran imperio mediático que suponía el Grupo de PRISA. Al cabo del tiempo los medios de derecha siguen siendo eso mismo, pero con una situación aún peor, pues casi todos ya no son ni dueños de las empresas que gestionan esos medios.
Hay una derecha económica, dueña de medios de comunicación, que no tiene los mismos intereses que la derecha social, quizás no los ha tenido nunca, de hecho, el grupo Prisa, del que hablábamos antes, fue fundado por la derecha económica de este país para hacer una comunicación contraria a los teóricos principios de la derecha.
Hay una derecha social, que poco tiene que ver con la España del dinero y de sus medios de comunicación —si hay una «derecha económica», votaba a Zapatero y ahora a Sánchez, estaba a gusto con Rajoy-Soraya y los Pujol, y desayuna en el Ritz con Yolanda Díaz después de pactar la reforma laboral—.
Las últimas elecciones generales han sido el ejemplo palpable de cómo los medios de la derecha económica han triturado la alternativa PP-VOX que hubiera supuesto el resurgir político de una derecha social que ansiaba el cambio y la reforma social de España, una derecha social frente a un bloque consolidado de izquierdas y separatista.
El panorama político después de las generales es justo el que ha buscado la derecha mediática en toda la campaña. Un panorama donde VOX no sea completamente determinante para el cambio, y que las viejas formaciones del bipartidismo, PP-PSOE, y del separatismo, Junts y PNV, sigan teniendo la sartén por el mango, ése ha sido el gran objetivo del poder establecido y lo han conseguido, objetivo ciertamente letal para España, pero eso de España al poder establecido le importa poco.
Qué ha hecho la derecha mediática para destruir la alternativa
En primer lugar, han demonizado a VOX contribuyendo al espantajo creado por la izquierda.
En segundo lugar, han hecho caso omiso de la realidad socio político de España, de nuestro sistema de reparto parlamentario por la ley d’Hont, y han fomentado el mito del «voto útil» desangrando al bloque de derechas en los restos. De tal manera que los pocos diputados que han faltado al bloque de derecha se han perdido por la falta de reflexión, de análisis y por el mensaje contradictorio en el bloque de oposición a Sánchez, cosa que no ha ocurrido en la izquierda donde la coordinación y claridad en el mensaje del bloque ha sido total.
En tercer lugar, la derecha mediática ha alimentado el mito del PSOE bueno y centrado, de la vuelta al bipartidismo, y del rechazo a los extremos, centrándose únicamente en la crítica al partido VOX fundado por José Antonio Ortega Lara. La derecha mediática ha obviado que desde la moción de censura a Rajoy el bloque de izquierdas con separatistas está absolutamente consolidado después de seis años, reivindicar ese PSOE imaginario es vivir en otro planeta político o estar anclado en los años 80.
En cuarto lugar, la derecha mediática ha manipulado las encuestas para alimentar, de nuevo, el mito del «voto útil», lo que ha terminado debilitando el bloque de derechas, aunque haya hecho subir al PP en escaños.
La derecha social resiste
Hace décadas, Zapatero, en su primera legislatura, se topó con una derecha social movilizada con millones de personas en la calle. Pero luego el centro volvió al poder, y al inmovilismo, la derecha social fue devuelta a patadas a casa o a la marginalidad y la calle volvió a ser de la izquierda. Y las ideas también.
En esta última legislatura de Pedro Sánchez la derecha social ha estado representada en el Congreso por VOX prácticamente en su totalidad con sus 52 diputados, con una sola excepción regional de un PP más trasgresor. Las manifestaciones, los recursos de inconstitucionalidad, los enfrentamientos a cara de perro con el bloque de izquierdas separatista, las mociones de censura, las protestas por la nefasta gestión de la crisis sanitaria han estado protagonizadas únicamente por VOX.
VOX ha resistido en estas elecciones al mayor embate mediático desde su fundación, obteniendo mas de tres millones de votantes a pesar de los medios. La derecha mediática ha insistido en ningunear a VOX y en reconstruir el mito de que solo el PP se basta, en esto han colaborado hasta los medios que fueron vetados y aplastados por el centrismo acomplejado, y es que la derecha económica y la publicidad institucional pesan mas que las ideas en cierta derecha.
El resultado buscado por todos ellos, izquierda y derecha sistémica, está claro, al bloque de derechas le faltan cuatro diputados para la mayoría absoluta y Feijoo se lanza a un viaje a ninguna parte. El bloque de izquierdas-separatista está perfectamente consolidado y preparado para poner nuevamente sus garras en el Estado.
El bloque de izquierdas tiene claro algo que definió perfectamente Carl Schmitt, los bloques políticos se consolidan frente al contrincante político, a pesar de la diversidad política interna, siempre se unirán frente al rival, así lo definió el alemán: «El enemigo político es un conjunto de hombres que combate, al menos virtualmente, o sea sobre una posibilidad real, y que se contrapone a otro agrupamiento humano del mismo género».
Mientras Feijoo ofrece pactos al PSOE, el PSOE tiene claro quién es su socio, y Sánchez sabe que Bildu y el PNV se unirán frente al enemigo común que es la derecha española. Da igual que el PP viva en las Batuecas y en esa España ideal del consenso imaginaria, lo que hoy existe en España es una política de bloques políticos, un agrupamiento de intereses políticos contradictorios que se reúnen en torno al enemigo político, la realidad es esa y no otra.
Lo que ahora buscara el sistema, que estará liderado por el bloque de izquierda separatista, aprovechando el despiste o estupidez del PP, será triturar a VOX, digerir y reciclar cualquier disidencia convirtiéndola en detritus marginal, con la ayuda del propio PP que tratara de disolver a VOX en los distintos equipos de gobierno colaborando inconscientemente con el bloque frentepopulista.
Si prevalece esta última alternativa, podremos ir olvidándonos de la supervivencia de España como agente histórico relevante. Se trata de dejar que venzan los principios y el programa de la progresía, y da lo mismo si viene etiquetada como izquierda, extrema izquierda o centroderecha, o de luchar contra ellos en su terreno, el de las ideas, no el del mercadeo, los cargos y los negocios. «Todo lo demás se queda en mera reacción estéril».
Pablo Iglesias ya sentenció en el Congreso de los Diputados que «la derecha no volverá a gobernar nunca». Para que lo anterior no ocurra es necesario que todos seamos conscientes de la realidad de España y que no seamos absorbidos por el engaño, y el reino de la mentira, un engaño en la que colabora de manera activa la derecha mediática, que lo sea de manera consciente o inconsciente será algo que veremos en la terrorífica legislatura que se aproxima.
En la trinchera de la derecha social lo tenemos claro, y no nos dejamos engañar por cantos de sirena, como decía Ramiro de Maeztu, «ser es defenderse».