Dicen que segundas partes no son buenas. Sin embargo, la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca parece ser la excepción que confirma la regla. En apenas unos días, el presidente estadounidense ha conseguido —por enésima vez—, propiciar debates en cuestiones que hace unos años eran anatema en el debate público. Desde el Despacho Oval ya ha lanzado el mensaje a sus socios europeos sobre lo insuficiente que están siendo sus respectivos aumentos de gasto en Defensa.
Durante su primer mandato, el objetivo del presidente estadounidense fue que los países aliados del Viejo Continente cumpliesen con el compromiso adquirido tras la Cumbre de Cardiff, en 2014. Esto es llegar al 2% del Producto Interior Bruto en inversión en Defensa para el año 2024. Cabe mencionar que si bien apenas eran cuatro los países que cumplían dicho requisito en el año 2017, esta cifra ascendió a 9 en el 2020. No obstante, sería la invasión rusa de Ucrania en el año 2022 la que sería el siguiente factor determinante para que, según las estimaciones de la OTAN, en el año 2024 hayan sido 23 los países que han cumplido el compromiso del 2%.
Ahora, y sabedor de que tres cuartas partes de los miembros de la Alianza Atlántica ya ha cumplido con su compromiso, Trump aumenta sus expectativas para con sus socios y ahora está promoviendo que se llegue al 5% del PIB en inversión en Defensa. En este sentido, deviene necesario destacar que hay ya varios países — Lituania, Estonia— que han aplaudido estas declaraciones, y otros como Suecia, que ven con buenos ojos un aumento considerable en la inversión en Defensa. Por su parte, el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, señaló recientemente que los presupuestos de los socios debían superar el 3% más pronto que tarde.
Sin embargo, y pese al contexto geopolítico en el que nos encontramos, caracterizado por la volatilidad, la fragmentación y el rearme global, España sigue en las mismas. A pesar del compromiso adquirido en Cardiff, España se encuentra actualmente liderando —por la cola—, el listado de países de la Alianza en inversión en Defensa en términos porcentuales de PIB. O lo que es lo mismo, es el país que se encuentra más lejos de cumplir con el 2%. Concretamente, España se encuentra en el 1,29%, más de siete décimas por debajo del objetivo al que debiese haber llegado el año pasado.
Estas pésimas cifras son la prueba palmaria de la abulia que siente el actual Ejecutivo respecto a la cuestión de la Defensa. Así, son ya célebres las palabras del actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para el que el Ministerio de Defensa «sobraba». Una década después, el Gobierno sigue arrastrando los pies, con aumentos claramente insuficientes del presupuesto de Defensa. Ejemplo de ello es que se pretende llegar al 2% en el año 2029.
Así las cosas, si nos atenemos a los últimos presupuestos aprobados —y todavía vigentes—- del año 2023, el presupuesto del Ministerio de Defensa contiene dos grandes partidas: personal e inversiones.
En relación con la partida de inversiones, representan un 43%. En dicho capítulo merece especial atención el Programa 122B «Programas especiales de Modernización» (PEMs), que totaliza más de 4.900 millones de euros. Casi un tercio del presupuesto total del Departamento. Dentro de este epígrafe se incluyen equipos y sistemas de armas tales como las fragatas (F-100 y F-110), los carros de combate Leopardo, los helicópteros Tigre, los aviones Eurofighter o los submarinos S-80. Estos sistemas se consideran críticos para las Fuerzas Armadas, así como para la industria nacional. No obstante, y a pesar de su relevancia, el Gobierno lleva desde el año 2022 sin presentar un Proyecto de Presupuestos Generales del Estado, lo que ahonda en la falta de previsión y estabilidad que necesita el Departamento.
Así, el Ministerio de Defensa acumula compromisos plurianuales por un monto total superior a los 35.500 millones de euros. Este dato per se no sería dañino si existiese un presupuesto suficiente que fuese capaz de afrontar dichos pagos en tiempo y forma. No obstante, si analizamos los compromisos que tenía adquiridos el citado ministerio apenas cuatro años antes (noviembre 2019), se observa que la cifra ni siquiera alcanzaba los 25.000 millones. Esto es, se ha producido un aumento del 42% en los compromisos plurianuales de Defensa. El aumento del presupuesto queda muy lejos de equipararse con este, por lo que se está produciendo una acumulación de deuda, y cuya solución ha sido aplazada por los distintos gobiernos a través de continuas reprogramaciones de los calendarios de pagos de los citados PEMs. Son especialmente flagrantes los casos del avión Eurofighter, que ha sufrido 25 reprogramaciones, o del A400M con 13 reprogramaciones.
Resulta llamativo que España, cuya posición geográfica le hace ser ‘Frontera del Mar’ de Europa, así como rimland del Viejo Continente y Frontera Sur con África, no esté invirtiendo los recursos necesarios para potenciar las ventajas que le otorga su situación, y mitigar los riesgos objetivos que a la vez surgen de ésta. Urge, por tanto, un importante aumento de los créditos destinados a la Defensa que nos permita resolver el problema de deuda existente en el Ministerio de Defensa y que genera inseguridad jurídica al sector, así como cumplir con los compromisos internacionales a los que España se ha obligado.