Sobre el 11-M se ha escrito mucho y seguimos casi igual. Si tuviera que resumir mi opinión diria simplemente: no cuela. ¿Esperanza en un conocimiento futuro? Igual en la otra vida, si alli existe la omnisciencia; si no: ni alli.

Amanecí un 11-M de hace diez años, como cada día a las siete de la mañana. Alrededor de las ocho las radios echaban humo. Bajé a Madrid a trabajar. Todo era consternación, dolor, rabia y repugnancia. En Madrid reinaba la solidaridad, el que podía ayudaba.

Sobre las diez fue despertando la miseria. Algunos políticos, periodistas y militantes de ideología ya no miraban a los muertos, les preocupaba si, con suerte, los asesinos eran los que convenia a su tinglado: porca miseria. Con gente así, ¿alguien piensa que la verdad les importa?

Desde entonces y, hasta ahora, cada uno a lo suyo, y lo que durará. Hemos tardado diez años en poder sentar a las victimas juntas y no se aún por cuanto tiempo. Pobre España.