«Se trata de un paso de gigante porque estos antiinflamatorios son de uso común y relativamente baratos», ha destacado el investigador.
Los antiinflamatorios convencionales, como el ibuprofeno o la aspirina, ayudan a combatir la tuberculosis, según un estudio internacional en el que ha participado la Unidad de Tuberculosis Experimental del Instituto Germans Trias i Pujol de Badalona (Barcelona).
«La investigación ha demostrado que estos fármacos, como refuerzo del tratamiento convencional, son efectivos en aquellos pacientes que tienen los pulmones muy afectados», ha explicado hoy el doctor Pere-Joan Cardona, profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y jefe de la Unidad de Tuberculosis Experimental del Instituto Germans Trias i Pujol.
El equipo de Cardona ha trabajado en esta investigación y sus resultados ahora se empezarán a aplicar a los enfermos.
«Se trata de un paso de gigante porque estos antiinflamatorios son de uso común y relativamente baratos», ha destacado el investigador.
«La posibilidad de aplacar la tuberculosis con antiinflamatorios comunes es un resquicio de esperanza en un panorama que es malo epidemiológicamente», ha señalado Cardona, que advierte que en el mundo hay medio millón de casos que son multirresistentes, que no se podrán curar nunca.
Según Cardona, las condiciones de hacinamiento en que se vive en muchas ciudades, que cada vez tienen más población, ayudan al contagio de la enfermedad y, además, en los países en desarrollo cada vez hay más casos de malnutrición, obesidad y diabetes de tipo 2, los tres factores de riesgo para la enfermedad.
Según el especialista, en España el control de la enfermedad es correcto en Cataluña -donde cada año se diagnostican 1.000 casos nuevos de tuberculosis- y en Galicia, que tienen planes de detección específicos.
En este sentido, Cardona ha destacado el valor del plan de control de Barcelona, que fue líder.
En el conjunto de España, con la histórica reivindicación pendiente de un plan estatal contra la tuberculosis, los expertos calculan que cada año se infectan 100.000 personas, pero sólo se diagnostican el 20 % de los casos.
Mientras la situación no cambia, el equipo de Cardona continúa con el desarrollo de otros tratamientos y fármacos con el objetivo de detener esta infección, que afecta a un tercio de la humanidad.
Este año ha comenzado un ensayo clínico en Georgia con 3.500 individuos con un probiótico desarrollado en Cataluña que reduce el riesgo de desarrollar la enfermedad.
Se trata de un suplemento alimenticio basado en una bacteria natural que se suministra por vía oral, barato y resistente a las variaciones climáticas.
Además, su acción no depende del perfil de resistencia a los antibióticos ni interfiere.
Mientras tanto, el equipo del hospital de Can Ruti (Germans Trias i Pujol) también continúa con el desarrollo de la vacuna terapéutica RUTI.